caes

Parc del Foix

Navegación

Historia/Ocupación humana


Historia


Ya en la época prehistórica el territorio en el que ahora se encuentra el pantano del Foix era una zona de paso. Nos consta presencia humana identificada desde el paleolítico, pero es el neolítico el que ha dejado más rastros de la humanización de la zona. Así lo demuestran los abundantes restos encontrados por todo el territorio, que comprenden todas las manifestaciones desde el neolítico hasta la cultura ibérica, inmediatamente anterior a la conquista romana. Durante las labores de impermeabilización del pantano del Foix se encontraron los restos neolíticos de un equipamiento funerario con 38 cráneos y demás restos. En el municipio de Castellet i la Gornal encontramos vestigios prehistóricos en Torrelletes (en los hondonales de la Pòpia, las grutas de la Bovera y Solell de les Cabres). Alrededor de la zona hay numerosos restos que dan cuenta de la implantación humana en la comarca del Penedès durante el neolítico. Así, encontramos yacimientos con cerámica hecha a mano y decorada con estrías en la cueva del Bolet (Mediona), en la grieta de las Roques del Pany (Torrelles de Foix), en las Guixeres (Vilobí) y en la cueva de Can Pasqual (Castellví de la Marca), por ejemplo. Los hombres de los sepulcros de fosa, según parece obra de los agricultores del valle (de 2000 a 5000 años a. C.), significan un estadio más avanzado. Los principales yacimientos se encuentran en los términos de Pacs y de Vilafranca.


Cabe señalar también otras manifestaciones artísticas de la época, como por ejemplo las pinturas en el término de Olèrdola. Al abrigo de las Fonts de Segarrulls pueden verse las figuras de dos arqueros, acompañadas de un buen número de manchas rojas.

La civilización ibérica dejó numerosas manifestaciones culturales, como la cerámica indígena hecha con el torno. Los vestigios ibéricos se han encontrado por todas partes, tanto en el valle como en la montaña. Destacaremos los yacimientos de los Monjos (la Ràpita) y Olèrdola (la Font del Cuscó, las Cases de la Vall y el Turó de Sant Miquel).

La llegada de los romanos se produjo durante las guerras púnicas (200 a.C.). Hay vestigios supuestamente romanos en las Masuques (puente de una arcada sobre el Torrent d'Estalella, donde se une al río Foix) y en Sant Marçal, con restos de una aldea romana a Can Colomer. La mayoría de los pobladores indígenas se refugiaron en poblados más o menos fortificados por temor a las operaciones bélicas. En el poblado ibérico de Olèrdola se construyó la muralla reforzada que aún se mantiene en pie. Como en el resto de la Cataluña romana, en la zona se originó un intenso desarrollo económico, favorecido por las buenas condiciones naturales del territorio y por su situación estratégica. Entre los elementos más destacables en los alrededores del parque se encuentra la cisterna romana de Olèrdola. El núcleo arqueológico de Olèrdola, situado sobre una cresta rocosa y bien visible, es, sin lugar a dudas, un elemento singular para visitar desde el Parque del Foix. Olèrdola volvió a jugar un papel importante como fortaleza durante la Edad Media.

Durante el siglo X, el Penedès se convirtió en marca fronteriza del Condado de Barcelona. De ahí que en la línea del Foix se construyeran elementos defensivos como el castillo de Castellet. En la época feudal el territorio se encontraba bajo la jurisdicción de los condes de Barcelona, y los enclaves del Castellet, Olèrdola y el castillo de Sant Raimon de Penyafort son elementos arquitectónicos que evidencian el importante papel de la zona en la época. Del siglo XIII cabe destacar el castillo de Sant Raimon de Penyafort, también llamado castillo de Sant Doménech, donde nació Raimon de Penyafort (1185-1275), Canónigo de la Seu de Barcelona, consejero del rey Jaume I, confesor del papa Gregorio IX y eminente jurista, compilador de las llamadas Decretales, ordenanzas legales de la Iglesia hasta la promulgación del Código Canónico instaurado en el año 1918. Penyafort es, probablemente, uno de los personajes más relevantes de aquel siglo.

Uno de los mejores momentos históricos de la zona se inició durante el siglo XVIII con la especialización vitivinícola de la comarca. Esta importante actividad agraria supuso una importante consolidación de los núcleos rurales de la zona. Lamentablemente, la llegada de la filoxera a finales del siglo XIX causó un fuerte impacto socioeconómico. Aun así, superada la crisis la viña continuó ligada al desarrollo agrario de la comarca, gracias especialmente al impulso del regadío a partir de la construcción del pantano.

El pantano de Foix


 

Los orígenes
 

Es en el contexto de la grave crisis agraria y económica general de finales del siglo XIX que surge la idea de la construcción del pantano de Foix. Una infraestructura de estas características transformaría decisivamente la agricultura de las poblaciones más cercanas al río Foix, que pasarían de la viña, muy mermada por la filoxera de los años 90 (con la consecuente caída del precio del vino), al regadío.

Finalmente, en 1901 empezó a proyectarse el pantano de Foix y la agricultura de la comarca inició el proceso de adaptación al nuevo contexto económico del primer tercio del siglo XX, que favoreció el cultivo de productos de regadío.

 
El proceso de construcción (1901-1943)
 
 
Sanejant i impermeabilitzant avencsLos primeros pasos (1901-1909)
 

La construcción del pantano fue un proceso largo y difícil. Más de 40 años separan la idea inicial de la conclusión total del proyecto. Las primeras gestiones se hicieron a principios de 1901 y no fue hasta 1937 que se pudo empezar a regar con el agua del embalse. Harían falta 6 años más para completar la red de cequias proyectada.

En un primer momento, la falta de adhesión económica de los propietarios rurales por una parte y de un proyecto definitivo que demostrara la viabilidad y los beneficios económicos del mismo por otra ralentizaron su puesta en marcha. El año 1097 resultó decisivo para desencallar el proceso: comenzó la tramitación de las ayudas al Estado y se constituyó un sindicato de regantes.

La esperada aprobación oficial llegó en 1908, pero se exigió la revisión del primer proyecto presentado con el objetivo de mencionar sus deficiencias técnicas (1909). De acuerdo con esta aprobación oficial, que llegó por orden real, el Estado debía cubrir el 50 % del coste de los muros de contención y de los canales y las obras durante un máximo de 8 años. De la misma manera, se constituyó un sindicato de obras que cargó con una parte de los gastos. Una vez acabadas, el sindicato de obras se autoconstituyó como sindicato de regantes, responsable de su conservación y explotación.

 
Las obras (1910-1943)
 

La construcción de la presa duró 18 años, desde 1910 hasta 1928. Los problemas técnicos vinculados a la permeabilidad del terreno se sumaron a los problemas económicos empeorando la situación. Los principales escollos técnicos eran tres: los fundamentos, más profundos y costosos, la detección de una falla en el margen derecho del río, y la necesaria modificación de la presa proyectada, que resultó ser pequeña y antieconómica. Además, en 1913 una gran avenida del río dejó al descubierto una grieta en las calcáreas y estropeó una parte de las obras. Lo más grave, no obstante, fueron los problemas de permeabilidad del vaso. Se calcula que la pérdida de agua era, por aquel entonces, de unos 30 litros por segundo.

La discontinuidad en los bancos margosos, las numerosas grietas, las diaclasas de las rocas calcáreas y los trastornos en la estratificación hicieron el cauce mucho más permeable. Las obras se detuvieron y empezaron a taparse las fisuras y a revestir de pavimento impermeable los puntos en los que se producían las pérdidas. Las obras de impermeabilización duraron 12 años (desde 1914 hasta 1926).

Una vez acabadas, las pruebas definitivas se alargaron hasta 1928, momento en que se acabó de construir el muro de contención y la presa se dio por terminada.

 

Los canales y cequias
 

La construcción de los dos canales, llamados "el de la derecha" (que se bifurca en dos: uno en dirección a Cubelles y el otro, a Cunit) y "el de la izquierda" (dirección Vilanova), comienza en 1924 y no se acaba hasta 1936.

En 1935 el Estado se apropia de todos los derechos y propiedades de la comunidad de regantes sobre el pantano, ya que estos no han podido afrontar los gastos y se han endeudado. Desde entonces, el Estado asume el coste global de la construcción de las cequias: 50 km de cequias municipales que no estarán acabadas hasta 1943.

Para más información, puede consultar::
BARRIENDOS, Mariano y POMÉS, Jordi, El pantà de Foix. Història i evolució de l'entorn immediat, Barcelona: Fundació Castellet del Foix, 2002.
 

El pantano de Foix en la actualidad

 
Hoy, el pantano de Foix tiene funciones más recreativas que la del mero suministro de agua. En los años 60 se produjeron intentos de urbanizar los cauces del embalse con segundas residencias para el uso recreativo, actividad que dejó su impronta alrededor del embalse, pese a que no llegó a desarrollarse como se tenía previsto en las maniobras especulativas que asolaron el país en aquella época. La pesca deportiva también fue una actividad muy típica del lugar. La inclusión (en 1992) del embalse del Foix en el Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN) abría una nueva etapa para consolidar el interés ecológico y paisajístico. Un interés que se consolidó con la aprobación del Plan Especial de Protección del Espacio Natural del Embalse del Foix, que ha permitido desarrollar los objetivos de uso público de este lugar. La Diputación de Barcelona y el Ayuntamiento de Castellet i la Gornal ostentan la gestión del mismo con la creación del Consorcio del Espacio Protegido del Embalse del Foix, en 1995, al que en 2002 se añadió el municipio de Santa Margarida i els Monjos.
Ocupación humana

El pueblo de Castellet, estratégicamente situado, aprovecha un pequeño morro topográfico coronado por el castillo. Esta población funciona de puerta al macizo del Garraf y al embalse. En el otro extremo, la presa, de una gran calidad constructiva, constituye un patrimonio definidor de la zona. También encontramos un acueducto y diversas masías, como Cal Bladet.

El Parque del Foix ocupa un contrafuerte montañoso en la orilla oriental del río Foix que deja al otro lado un rosario de pueblecitos entre els Monjos y l'Arboç: Clariana, Torrelletes, les Masuques, la Ràpita y Moja.

Se trata de un poblamiento disperso donde la mayoría de los municipios constan de diversos núcleos, formados por pueblos generalmente pequeños, villorrios, caseríos, masías y casas aisladas perfectamente integrados en el paisaje de los campos de cultivo.

La población se concentra básicamente en el eje de Santa Margarida i els Monjos, en l'Arboç.

En 1996 la estructura de la población en la comarca del Penedès era la siguiente: el 17,2 % tenía 65 años o más, el 15,1 %, menos de 15 y los demás, es decir el 67,7 %, entre 15 y 65 años.

Esta distribución no permite hablar de población envejecida, pero, igual que pasa en el resto de Cataluña, hay un desequilibrio en las edades más jóvenes a causa de un descenso notable de la natalidad.

Ocupación humana


El pueblo de Castellet, estratégicamente situado, aprovecha un pequeño morro topográfico coronado por el castillo. Esta población funciona de puerta al macizo del Garraf y al embalse. En el otro extremo, la presa, de una gran calidad constructiva, constituye un patrimonio definidor de la zona. También encontramos un acueducto y diversas masías, como Cal Bladet.


El Parque del Foix ocupa un contrafuerte montañoso en la orilla oriental del río Foix que deja al otro lado un rosario de pueblecitos entre els Monjos y l'Arboç: Clariana, Torrelletes, les Masuques, la Ràpita y Moja.


Se trata de un poblamiento disperso donde la mayoría de los municipios constan de diversos núcleos, formados por pueblos generalmente pequeños, villorrios, caseríos, masías y casas aisladas perfectamente integrados en el paisaje de los campos de cultivo.


La población se concentra básicamente en el eje de Santa Margarida i els Monjos, en l'Arboç.


En 1996 la estructura de la población en la comarca del Penedès era la siguiente: el 17,2 % tenía 65 años o más, el 15,1 %, menos de 15 y los demás, es decir el 67,7 %, entre 15 y 65 años.


Esta distribución no permite hablar de población envejecida, pero, igual que pasa en el resto de Cataluña, hay un desequilibrio en las edades más jóvenes a causa de un descenso notable de la natalidad.