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Sant Miquel del Fai. Espacio Natural de Cingles de Bertí

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Recorrido por Sant Miquel del Fai


Sant Miquel del Fai ofrece varios puntos de interés que podeis conocer aquí:

De momento el itinerario se puede hacer hasta la Cascada del Tenes. Hay algunos elementos que no se pueden visitar todavía (Casa Prioral, Cueva de Sant Miquel, Ermita de Sant Martí y Cueva de les Tosques)

 

 Puntos de interés del recorrido por Sant Miquel del Fai [PDF]


Puente del Rossinyol


Pont del Rossinyol

© Iñaki Relanzón

El puente del Rossinyol atraviesa el río homónimo y nos da una bienvenida elegante al conjunto histórico de Sant Miquel del Fai. Se construyó en 1592 cuando el monasterio ya estaba bajo la tutela de la Catedral de Gerona. Su construcción formó parte de un conjunto de reformas de mejora del lugar que incluyeron la apertura del paso de la Foradadaque se realizaron.
El puente del Rossinyol es de estilo románico con un arco de medio punto claramente rebajado. La pendiente de su calzada varía, siendo inferior a la banda de entrada del puente y más acentuada en la esquina opuesta. El intradós o la bajovuelta; es decir, la superficie inferior y cóncava del ojo del puente, está formada por piezas bastante regulares. El pavimento es heterogéneo, con tramos de cantos rodados del río, losetas de piedra y adoquines. A ambos lados del inicio del puente se observan unas pequeñas bóvedas llamadas trompas, que sirven de descarga del arco.

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Paso de la Foradada


Paso de la Foradada

© Susanna Ginesta

El paso de La Foradada es un paso estrecho entre paredes rocosas donde en 1592 se construyó un arco que hacía de puerta de acceso al espacio del monasterio. El arco es redondo, con sillares y una dovela central, y se construyó bajo la tutela del arcediano Jaume d'Agullana. Encima del arco y por su cara norte, nos encontramos con un coronamiento recto con sillares rectangulares. En el centro se conserva un elemento escultórico con el escudo eclesiástico, con capelo y dos borlas a cada lado, y una inscripción sobre su autoría. En el lado opuesto hay un dintel con otra inscripción, debajo de la cual hay representadas tres agujas, escudo heráldico de los Agullana.

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Portalada fortificada


Portalada fortificada

© Susanna Ginesta

La apertura del paso de La Foradada obligó a cerrar la entrada norte a finales del siglo XVI, origen de la portalada fortificada actual. La portalada sufrió muchas modificaciones. Así pues, en el siglo XIX había una campana situada encima de la puerta, mientras que a principios del siglo XX sobresalía un matacán. Superada la portalada fortificada, nos encontramos con una plaza encajada entre los muros de roca y con varios canales que conducen el agua a través de la roca.

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Casa Prioral


Casa Prioral

© Iñaki Relanzón

La casa prioral era el edificio que acogía al prior y las dependencias donde vivía la comunidad de monjes benedictinos. Se trata de un casal de estilo gótico, con una estructura prácticamente cuadrada y una cubierta a dos aguas. La edificación no ha sufrido grandes modificaciones a lo largo de la historia y se considera que se construyó entre finales del siglo XVI y principios del XVII. Con la desamortización que impulsó el general Espartero en 1841, el priorato pasó a ser propiedad del Estado, se suprimió el culto en las iglesias de Sant Miquel del Fai y la casa prioral se adaptó a los nuevos usos de alojamiento y restaurante para visitantes.

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No visitable actualmente


Riscos y grutas


Riscos y grutas

© Susanna Ginesta

Hay dos elementos esenciales que conforman el paisaje de Sant Miquel del Fai: los riscos y las grutas. Los riscos son las paredes verticales que están formadas por rocas sedimentarias como las areniscas, las margas y los conglomerados. Las grutas, en cambio, son cavidades naturales abiertas por la acción erosiva del agua.

A pesar de la gran extensión de los riscales que hay en este entorno, la flora estrictamente rupícola -es decir, la que vive en las rocas- no es muy diversa, posiblemente por la falta de paredes orientadas hacia el norte y por el tipo de sustrato del lugar. Tenemos los zapatitos de la Virgen (Sarcocapnos enneaphylla) o el culantrillo blanco (Asplenium ruta-muraria). Como endemismos, podemos encontrar la linaria origanifolia (Chaenorhinum origanifolium spp. cadevalli) y la oreja de oso (Ramonda myconi). Por el contrario, la flora que crece en los pedregales, rellanos y codinas es más diversa, con especies como la cañaheja común (Ferula communis) y la escoba de pedriza (Centaurea intybacea).

Las paredes rocosas son el ambiente escogido por muchas aves, que conforman la comunidad faunística de mayor interés del paraje. La lista de especies relacionadas con este hábitat es larga, con aves como el águila perdicera (Aquila fasciata), el vencejo real (Tachymarptis melba), el cuervo grande (Corvus corax), el roquero solitario (Monticola solitarius), el avión roquero (Ptyonoprogne rupestris), el gorrión chillón (Petronia petronia), la paloma zurita (Columba oenas) y el treparriscos (Tichodroma muraria), especie invernante.

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Iglesia de Sant Miquel


Iglesia de Sant Miquel

© Iñaki Relanzón

Todo parece indicar que, en el año 1006, la iglesia románica de Sant Miquel ya estaba consagrada, aunque no se conserva ningún documento que lo certifique. Si fuera cierto, a lo largo de los nueve años anteriores se habría impulsado la construcción del templo.

Se trata de una iglesia troglodítica construida bajo una gran gruta. El acceso actual, a mediodía, es una portalada de arco de medio punto. El techo de la iglesia es la misma gruta. En la fachada de mediodía se levanta una espadaña baja, ya que la inserción de la iglesia en la gruta hacía imposible situarla encima. El claustro de Sant Miquel forma un pasillo situado justo delante de la fachada de la iglesia.

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Salto del Rossinyol


Salto del Rossinyol

© Jordi Bastart

El salto del Rossinyol lo forma el río homónimo cuando el agua se precipita desde los riscos de Bertí, cerca de la Casa Prioral. A sus pies, se abre una gran gruta conocida como la cueva de Sant Miquel.
El Rossinyol es un río de la cuenca del Besòs que nace en Sant Martí de Centelles (Osona), atraviesa Sant Quirze Safaja (Moianès) y desagua en el Tenes, en el municipio de Bigues i Riells del Fai (Vallès Oriental). Es justamente en el tránsito entre estos dos últimos municipios que el agua desciende de los riscos de Bertí y forma uno de los saltos de agua emblemáticos de este paraje, el salto del Rossinyol. 

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 Galeria d'imatges dels salts d'aigua.

 

 

 


Cueva de Sant Miquel


Cueva de Sant Miquel

© Iñaki Relanzón

La cueva de Sant Miquel, descubierta en 1836, está constituida por una única galería en dirección NE-SO y con unos 50-60 m de longitud. Se trata de una cueva formada a partir de toba calcárea (carbonato de calcio precipitado en agua a temperatura ambiente) que cubrió toda la gruta. La toba acabó formando paredes que aislaron la gruta del exterior y detrás dejó una cavidad. Una vez aislada del exterior, se desarrolló en ella un ambiente cárstico con formación de estalagmitas y estalactitas que cubrieron la parte interna de las paredes.

La cueva no tiene potencial arqueológico, ya que ha sido completamente modificada con estructuras modernas e infraestructuras para que pueda visitarse, pero tiene un gran interés didáctico por los procesos geológicos actuales de formación de tobas calcáreas.

Uno de los grupos zoológicos más interesantes que están presentes en cuevas como la de Sant Miquel son los murciélagos. Entre las especies que viven ahí destacan las más vulnerables, básicamente cavernícolas, como el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii), hallado en la cueva de Sant Miquel, los tres murciélagos de herradura (el grande, Rhinolophus ferrumequinum; el mediterráneo, R. euryale, y el pequeño, R. hipposideros) o algunas especies de murciélagos ratoneros, como el grande (Myotis myotis), el patudo (M. capaccinii), el ribereño (M. daubentonii) o el orejirroto (M. emarginatus).

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No visitable actualmente


Plaza de El Repòs


Plaza de El Repòs

© Iñaki Relanzón

En 1971, Josep Pla se refería a Sant Miquel del Fai en su Guia de Catalunya y, con su habitual tono burlón y afilado, comentaba:

«Abandonamos la carretera y, a pie, por un camino (malo), llegamos al lugar memorable. Un puente viejo nos condujo hasta el mirador abierto en la roca viva. Desde allí, vimos el viejo cenobio, que hoy es un hotel suspendido en la montaña, unos agujeros abiertos en el muro rocoso y, al fondo, un valle muy estrecho, con muchas golondrinas que lo sobrevolaban trisando. Lo que no vimos por ninguna parte fue la cascada. Ante tal contrariedad, interrogamos a una mujer de la zona, y esta me dijo:

—La cascada existe, pero solo funciona los domingos. Hoy es miércoles. ¿Lo comprende? Usted ha venido en un mal día.

Quedé estupefacto. Nunca hubiera sospechado la existencia de cascadas de horario fijo, intermitente y semanal. La impetuosa descripción de la cascada hecha por Víctor Balaguer ―pienso— ha quedado muy malparada.

—Entonces esta es una cascada semanal, como las revistas ilustradas y los partidos de fútbol —le dije a la mujer—.

—Si usted fuera maestro y hubiera venido con los niños o niñas de la escuela, no quiero decir que no se la hubieran enseñado. Lo suelen hacer cuando estos llegan con sus maestros. De lo contrario, la cascada solo funciona los domingos, cuando hay gente, porque sería una lástima que los que suben para verla se quedaran con las ganas».

En recuerdo, hay su estatua de bronce, del artista Tomàs Atienza.

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Lago de Les Monges


Lago de Les Monges

© Susanna Ginesta

Cerca de la plaza de El Repòs y medio escondida bajo la peña, hay una pequeña balsa de agua estancada, el lago de Les Monges.

El nombre del lago se relaciona con una leyenda del lugar. La historia nos habla de un convento de monjas que se derrumbó por la caída de un rayo durante una terrible tormenta. Este fue el castigo por una noche de desenfreno que las monjas habían compartido con unos caballeros.

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Salto de agua del Tenes


Salto de agua del Tenes

© Susanna Ginesta

El río Tenes marca su paso por Sant Miquel del Fai con un salto de agua de 100 m de altura que pertenece al término municipal de Bigues i Riells.

En el salto del Tenes se encuentran tobas calcáreas que actualmente están en proceso de formación. Se reconocen por los abundantes depósitos calcáreos con morfologías verticales.

En los lugares de goteo de los saltos de agua, encontramos comunidades vegetales de gran interés. Abundan los musgos con poblaciones de especies de helechos como los culantrillos de pozo (Adiantum capillus-veneris).

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 Galería de imágenes de los saltos de aigua.

 


Antigua puerta de acceso


Antigua puerta de acceso

© Susanna Ginesta

Una vez pasado el salto de agua del Tenes, empieza el camino que nos lleva a la ermita de Sant Martí. En el camino está la antigua puerta que servía de acceso al priorato antes de que se abriera el acceso actual por el puente del Rossinyol y el paso de La Foradada. Esta portalada tiene la media arcada del lado derecho construida con sillares cortados y regulares, donde todavía se conserva parte de las bisagras de la puerta, hoy día inexistente. Seguidamente, antes de llegar a la ermita de Sant Martí, observamos por encima del camino un gran conducto de hierro oxidado y cubierto por la vegetación. Este tubo había llevado agua del Tenes hasta la central eléctrica que hay al fondo del valle.

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Ermita de Sant Martí


Ermita de Sant Martí

© Susanna Ginesta

La ermita de Sant Martí es un edificio románico que se documenta por primera vez en el año 877. Tiene una nave de bóveda de cañón apuntada, un ábside semicircular y una cubierta a dos aguas. Esta ermita conserva los restos de un campanario de espadaña, sin campanas. Detrás del altar se conserva una reproducción de parte de las pinturas originales de estilo gótico lineal temprano. En 1576, el priorato de Sant Miquel del Fai se unió al arcedianato mayor de la Catedral de Gerona, regentado entonces por Jaume d'Agullana. Esta unión no comportó cambios importantes en la capilla. A mediados del siglo XIX, la iglesia se desamortizó.

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No visitable actualmente


Cueva de Les Tosques


Cueva de Les Tosques

© Susanna Ginesta

La cueva de Les Tosques, El Bon Pastor o Sant Martí tiene un desnivel acumulado de 22 m y una longitud de 120 m. Esta cueva se ha formado dentro de materiales tobáceos y presenta modificaciones artificiales (escaleras, galerías, salas, etc.) posibilitadas por el hecho de que las tobas son rocas fáciles de cortar. En determinados espacios de la cueva incluso se puede observar un crecimiento de calcita sobre garabatos hechos a principios del siglo XX. Como resultado de las modificaciones que ha sufrido, esta ha perdido su potencial arqueológico.

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No visitable actualmente


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