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Parc Agrari del Baix Llobregat

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Història de l'ocupació humana


La cuenca baja del río Llobregat, con su configuración de llanura al lado de un río, muestra indicios de la presencia humana en la zona desde la prehistoria. Así, se pueden encontrar diversos yacimientos del paleolítico, de entre los 10.000 y 6.000 años a.C. como, por ejemplo, los yacimientos de el Canyet en Molins de Rei y los situados en diversos puntos de las terrazas fluviales de Sant Feliu de Llobregat.

De los restos encontrados de la época neolítica destacan la fosa del sepulcro de can Tintorer (que muestra la existencia de actividades rituales) y los testimonios encontrados que indican que ya se cultivaban cereales -más cebada que trigo-, pero también legumbres y otros cultivos, y que ya se había iniciado la domesticación de rebaños, especialmente de cabras. Los datos más sorprendentes de este periodo los aportan las investigaciones hechas en el complejo minero de can Tintorer de Gavà para extraer la calaíta, una piedra verde utilizada para hacer collares.

No se han encontrado demasiados restos de la edad de bronce (1800-900 a.C.), pero parece que se va generalizando en toda la comarca el uso de cuevas como habitáculo, aunque también hay restos que confirman el hábitat al aire libre y se han encontrado vestigios de necrópolis funerarias como las de la Bòbila de can Roca de Pallejà.

En lo referente al mundo ibérico, aunque no es demasiado patente en la comarca, hay yacimientos en el Calamot (Gavà), Puig Castellar (Sant Vicenç dels Horts) y en la peña del moro (Sant Just Desvern).

Del periodo comprendido entre el siglo IV y la segunda mitad del siglo II a.C. es necesario destacar, no únicamente la intensificación de la actividad económica en el ámbito de la minería, la metalurgia y la agricultura, sino también la de actividades propias como la extracción de arenas para hacer zonas portuarias. Las villas romanas ocupan todo el territorio de la cuenca baja del río y uno puede encontrarse con algunos yacimientos importantes como el de ca l'Espluga (Pallejà) o el de la plaza de les Bruixes II (Molins de Rei). La existencia de numerosos hornos de ánforas y la producción de vino se hace patente en instalaciones como la de Santa Maria de Sales de Viladecans. En el siglo III d.C. la comarca entra, sin embargo, en una crisis económica. Ésta no debía ser generalizada ya que de esta época datan, por ejemplo, las termas de Sant Boi. Asimismo, el avance progresivo del delta del Llobregat pudo agravar el tráfico marítimo.

El curso inferior del Llobregat se convirtió en una frontera en el momento en que Barcelona fue conquistada a los sarracenos en el año 801. Los castillos de la orilla derecha no fueron conquistados hasta el último cuarto del siglo IX y las parroquias que tendrán un papel clave en la estructuración del territorio no se constituyen hasta finales del siglo X. En estos momentos, menudeó la documentación que se refería a la comarca como "plana del Llobregat". Las luchas feudales serán un elemento clave en la zona. Personajes como el Senyor de Cervelló o los molinos reales del Llobregat (Molins de Rei) son algunas de las huellas de esa época que han perdurado hasta nuestros días. Del uso de las tierras para pastos en la zona del delta tenemos registros de 1323, de la construcción y mantenimiento de desguaces para regular las aguas estancadas, de 1390, y de la regulación de la pesca en el río, de 1432-1473.

La comarca no escapó de los trasiegos políticos del momento como, por ejemplo, la guerra civil de 1462-1472, ya que la mayoría de los señores feudales se declararon partidarios de Joan II. Entre los siglos XVI y XVIII la población fue un elemento escaso en la comarca y se calcula que no había más de 15.000 habitantes con una densidad de unos 28 habitantes por km2. Una tendencia bien distinta marcará el siglo XIX, durante el cual se incrementará por tres o cuatro la población en algunas poblaciones y la población en general se doblará hasta llegar a los 30.000 habitantes. Estos aumentos de población se deben también a los grandes cambios cualitativos y cuantitativos que experimenta la agricultura de la comarca en aquella época. Entre las actividades de la época destacan los molinos del papel, de la harina o del aceite.

En la segunda mitad del siglo VIII se produce, a nivel agrario y como hecho destacable, la fuerte expansión de la viña que comportará la rotura de las vertientes montañosas de la Cordillera de Marina, Collserola y costas del Garraf y del Ordal. El vino pasa a ser el gran excedente del sector agrario del Baix Llobregat.

El gran crecimiento demográfico de Barcelona durante este siglo, sin embargo, activa firmemente la actividad de la horticultura de la comarca, si bien en esos momentos minoritaria y situada en gran medida en los bordes de los ríos.

Es también en esta cuenca baja donde se empiezan a extender los campos de frutales (melocotoneros, perales y manzanos, principalmente).

El aumento de estos cultivos comporta el aumento de las necesidades de agua de riego y ya en 1723 se da el primer intento, frustrado, de construir un canal para regar las tierras de Cornellà y el Hospitalet con agua del Llobregat.

Uno de los elementos más notables del cambio que experimenta la actual comarca del Baix Llobregat se debe, seguramente, a la construcción de las primeras carreteras modernas impulsadas por Carlos III (Decreto de 1716) para unir Madrid con Barcelona y Francia. El puente de Molins de Rei sobre el río Llobregat de 1763 es un buen ejemplo.

A diferencia de otras comarcas, el Baix Llobregat experimenta ya durante la segunda mitad del siglo XIX una fuerte dependencia de Barcelona, si bien en 1834 Sant Feliu se convierte en cabeza de partido judicial.

El crecimiento de población más importante de la comarca se producirá entre 1920 y 1936, años en los que se pasa de cerca de sesenta mil habitantes a más de noventa y cinco mil, pero el peso poblacional se polariza en la zona cercana al delta especialmente en municipios como Sant Boi, el Prat y Cornellà.


Pero el gran protagonista del siglo XIX y principios del siglo XX será el ferrocarril. Es necesario mencionar, por ejemplo, que la segunda línea de tren de Cataluña será la de Barcelona-Molins de Rei (1853), y hasta Martorell en 1859, y que la cuenca baja será atravesada por la primera doble vía construida en Cataluña. La obertura de estos tramos ferroviarios reforzarán el papel de Barcelona como principal mercado destinatario de las producciones agrícolas de la zona -más adelante serán claves para facilitar las exportaciones hacia Europa.

La actividad agrícola se verá reforzada por la construcción, en 1819, del Canal de la Infanta Carlota -o de l'Esquerra (la Izquierda)- de Molins de Rei al mar, que permitía regar 3.000 hectáreas, 1.200 de las cuales corresponden a la comarca estricta del Baix Llobregat entre Molins de Rei, Sant Feliu, Sant Joan y Cornellà.

En 1865 se construye el Canal de la Dreta (de la Derecha), desde Sant Vicenç dels Horts al delta -la playa a levante de la Ricarda- con una longitud de unos 14 kilómetros.

La producción de las zonas de regadío y los rendimientos agrícolas se incrementan notablemente. En este crecimiento de la productividad también interviene el aumento de la utilización, de modo generalizado, de abono -a partir de mediados del siglo XIX principalmente el guano natural-. En las nuevas tierras de regadío se consigue, así, la producción de dos y tres cosechas al año, con complejas rotaciones de maíz y cáñamo con hortalizas y cereales.

La construcción de estos canales transformará, pues, el paisaje agrario de la zona y precede a la época de oro de la agricultura de la comarca de principios del siglo XX.

La transformación hacia el regadío es, sin embargo, lenta ya que sobre 1860 únicamente se riega el 14% del área cultivada y la huerta y los frutales en regadío son todavía muy minoritarios -el 75% de las tierras cultivadas en el delta lo son de cereales.

Se utilizan de igual modo otros sistemas de captación de agua y riego, como los pozos, las cisternas y la captación directa del agua del río mediante máquinas de vapor elevadoras de agua instaladas en pequeños diques. Más adelante y hasta el primer tercio del siglo XX, se utilizarán, en la zona del delta, los pozos artesianos. Este sistema también será utilizado durante la década de 1920 en las explotaciones de arroz en las fincas más cercanas al mar.

Paralelamente, y gracias a la fuerza y disponibilidad del agua del río y a la situación estratégica respecto de Barcelona, la industrialización también florece, especialmente en sectores como el textil -esencialmente el de la lana en el norte de la cuenca baja y el de la seda en la parte baja. Las importantes colonias textiles como la de la Sedó (1847-1977) o la Güell (1830-1973) darán un importante peso específico a la industria algodonera, rama muy dinámica de la comarca. Pero también se instalan industrias tecnológicas como Siemens-Schuckert Elèctrica, en 1919, en Cornellà. Tampoco faltan las industrias intensivas en agua como la papelera o la de la seda, sin olvidar una refinería de petróleo en Cornellà que fue una de las más importantes hasta 1930.

En lo referente al desarrollo agrícola en el Baix Llobregat, éste tendrá un nuevo crecimiento con la desecación de la mayoría de las ciénagas con el fin de evitar la propagación del paludismo, si bien a mediados del siglo XIX ya se cultivaban más de tres cuartas partes del área de los municipios deltaicos (7.500 hectáreas cultivadas). Una actividad que hizo aflorar nuevos terrenos, que en algunas ocasiones encontrarán otros usos no agrícolas como es el caso del aeropuerto del Prat, que data en su primera versión de 1916.

En realidad, esta colonización del espacio del delta ya había empezado con anterioridad a la potenciación, a partir del siglo VIII, del aprovechamiento intensivo de la "barella" -planta herbácea que crece espontáneamente en las tierras salinas. Esta planta se reducía a ceniza para obtener de ella sosa. Que era vendida a la industria del vidrio, del jabón o del textil.

A principios del siglo XX se empieza a utilizar la electricidad como fuente energética industrial y esto da un nuevo empuje a la industria, que se diversifica, y aparecen empresas de construcciones metálicas como la Compañía Roca (Gavà); de construcciones eléctricas, como Siemens (Cornellà); de cemento, como Molins o Sanson, etc.

Después de la expansión de la industria algodonera del siglo XIX, y especialmente a partir de principios del siglo XX, se inicia un proceso de diversificación de la industria con instalaciones de industrias modernas de sectores como el del metal, el químico y el de materiales de construcción o de nuevas ramas del textil. Este proceso quedó interrumpido con la Guerra Civil de 1936-1939.

La agricultura catalana vive también durante el primer tercio del siglo XX unas profundas transformaciones que afectan de distinto modo todas las producciones. Los productos hortícolas, los tubérculos y la fruta son los grandes beneficiarios de la constitución de un mercado a escala europea y mundial- teniendo como principal destinación los países del norte de Europa.

En los alrededores de 1890, empiezan las exportaciones de fruta y verdura del llano del Llobregat hacia otros países donde estos productos tienen unas cotizaciones más altas. En 1919 empiezan las exportaciones de alcachofas del delta y en los años treinta se alcanzan las cifras más altas de envío de todo tipo de hortalizas y fruta hacia el resto de Europa. Se exportan melocotones amarillos primerizos hacia Francia y ciruelas hacia Inglaterra. Este crecimiento de las exportaciones se refleja en la nueva transformación en campos de regadío. En 1962 se riegan casi 10.000 hectáreas de la comarca. Estas áreas de regadío se concretan en los municipios que disfrutan de las infraestructuras de canales construidas en el siglo XX y de la posibilidad de disponer de agua de pozo.

La guerra y los primeros años de franquismo, de igual modo a lo que sucede con la industria, detienen este crecimiento en las cifras de exportación, llegándose en 1936 a su máximo histórico.

La cuenca baja del delta se especializa -gracias, en parte, al regadío, pero también a unas características especiales de los suelos y ya desde el primer tercio del siglo XIX- en los productos más estimados y mejor remunerados por el mercado: las frutas y las hortalizas, respectivamente.

Después de la guerra, la nueva reactivación de la economía, allá por los años sesenta, supone para la comarca una gran expansión de la industria.


Con esta expansión, la industria se convierte en el primer sector de actividad económica con el dominio, en primer lugar, del sector metalúrgico; después el textil, que ha ido perdiendo importancia; el químico y la construcción. Las principales zonas de expansión durante los años sesenta y setenta son, precisamente, la cuenca baja y el delta -y el norte de la comarca.

Este elevado crecimiento demográfico y económico entre 1950 y 1975 marca profundamente el espacio agrario. En el decenio de los años cincuenta, la agricultura deja de ser la actividad principal del territorio del delta y la cuenca baja del Llobregat y una parte de las mejores tierras agrícolas pasa a ser asentamientos urbanos e industriales. El resto queda sometido a los impactos y servitudes de la expansión urbana y de las infraestructuras, con la sumisión de la actividad agraria a las necesidades industriales y de equipamientos del resto de sectores económicos.

La crisis económica mundial iniciada el año 1973, con efectos en la comarca a partir de 1975, obliga a renovar y adaptar la industria a la nueva situación determinada por los avances tecnológicos, los nuevos métodos de producción, el aumento de la competencia, etc. Como consecuencia se produce una disminución de los trabajadores ocupados por la industria y se generan bolsas de población parada. Los sectores más afectados en esta crisis fueron los del textil, la construcción, el metal y la alimentación.

De esta época es la aprobación del Plan General Metropolitano (PGM) (1976) que se basa todavía, en el caso de la cuenca baja y del delta del Llobregat, en unas previsiones de fuerte expansión industrial y urbana, pero que a la vez prevé el mantenimiento de una área de suelo rústico protegido de valor agrícola de unas 2.700 hectáreas con el objetivo de -a través de figuras de planeamiento específicas- mantener sus características y preservarla de la incorporación a las áreas urbanas.

La redacción del PGM, pero también ya un rumor de fondo de preocupación y de reivindicación del espacio y de la actividad, provoca que la Unió de Pagesos se movilice en defensa del espacio agrario con la campaña "Salvem el Pla" (Salvemos el Llano).

Las zonas agrícolas del delta y la cuenca baja, sin embargo, han seguido sufriendo desde ese momento fuertes impactos periurbanos. Poner sobre la mesa el proyecto de Infraestructuras del Delta del Llobregat -con nuevas actuaciones en el territorio agrario- hace que se acentúe la necesidad de prever un modelo de futuro estable para el espacio agrario y para la agricultura periurbana que se desarrollaba en el delta y la cuenca baja del Llobregat. A esta discusión se suma la redacción, por parte del Consejo Comarcal del Baix Llobregat, de una propuesta para establecer un parque agrícola en la comarca. Propuesta que coincide en el tiempo con el diseño por parte de la Diputación de Barcelona del proyecto Anella Verda (Anilla Verde).

El año 1996, la Diputación de Barcelona, el Consejo Comarcal del Baix Llobregat y la Unió de Pagesos de Cataluña se acogen al proyecto LIFE de la Unión Europea para estudiar y formular propuestas para un parque agrario en el delta y la cuenca baja del Llobregat.

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