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Sant Miquel del Fai. Espacio Natural de Cingles de Bertí

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Valores naturales


Protección


© Iñaki Relanzón

La finca de Sant Miquel del Fai está incluida íntegramente en el Espai Natural dels Cingles de Bertí, como parte del Plan de Espacios de Interés Natural de Cataluña (PEIN) (Decreto 328/1992). Esta catalogación la dota de un régimen de protección básica y de conservación para preservar sus valores científicos, ecológicos, paisajísticos, culturales, sociales, didácticos y recreativos. Esta normativa se desarrolla en el Plan Especial del Medio Natural y del Paisaje dels Cingles de Bertí, aprobado en 2002.

Sant Miquel del Fai forma parte de la red Natura 2000, más concretamente de la Zona de Especial Conservación Gallifa-Cingles de Bertí, dentro del grupo de Espacios de montaña de interior. La finca también está inventariada como Espacio de Interés Geológico de Cataluña, dentro de la Geozona 350, que destaca la espectacular geología del lugar y su fácil comprensión, lo cual le da un gran valor educativo. Las cuevas de Sant Miquel del Fai están consideradas Hábitats de interés comunitario por la Directiva 43/92/CEE y por el Real decreto 1997/1995. 

 

Patrimonio natural


Interior del salto del Tenes © Iñaki Relanzón

 

Sant Miquel del Fai es un enclave imprescindible para la geología catalana por las diversas singularidades que allí se dan cita: riscos, cuevas, cabalgamientos, tobas calizas...

El agua -especialmente los dos saltos de agua sobre el valle del Tenes- es uno de los elementos más identificativos de Sant Miquel del Fai y responsable, en gran medida, de su paisaje.

En este paraje confluyen hábitats relacionados con los riscales, las cuevas y los bosques de ribera, con especies de gran interés como el águila perdicera, entre otras.

Las características orográficas de los riscos han modelado su paisaje, protagonizado por la gran cascada del río Tenes, que cae desde una altura de trescientos metros y puede visitarse por el interior.

El salto del río Rossinyol -un afluente del Tenes que cae por encima de la iglesia de Sant Miquel y que llena el estanque central- es más pequeño y difícil de ver en acción. La mejor época para disfrutar del espectáculo natural de las cascadas es durante las estaciones de primavera y de otoño, cuando las crecidas aportan mayor volumen de agua a los dos ríos.

Desde el punto de vista académico, el área de Sant Miquel del Fai es una de las zonas geológicas mejor estudiadas de Cataluña. Sus paredes muestran rocas y fósiles que tienen una antigüedad de hasta 570 millones de años.

El cabalgamiento de la cordillera Prelitoral que se observa en Sant Miquel del Fai es una estructura geológica clave de nuestro territorio que resume buena parte de la historia de la geología en Cataluña. Tiene, además, un muy fácil acceso y se utiliza, desde hace muchos años, con fines pedagógicos.

 

Grutas, pozas y tobas calizas


Cueva de Sant Miquel © Iñaki Relanzón

 

El paraje de Sant Miquel del Fai se caracteriza por una orografía espectacular donde encontramos acantilados, grutas, pozas y tobas calizas.

Las grutas son cavidades naturales excavadas en la roca por efecto del agua que cae por la cascada con fuerza y ​​erosiona lentamente la pared inferior del risco. La cueva que acoge la iglesia-cueva de Sant Miquel es el mejor ejemplo de este tipo de formación.

Al mismo tiempo que el agua erosiona las paredes, también va excavando el suelo en que cae dando lugar a unas balsas o pozas que se observan al fondo del valle del Tenes.

El macizo existente en Sant Miquel del Fai es de naturaleza calcárea, es decir, que contiene carbonato de calcio. Esto facilita la formación de las tobas calizas, rocas porosas, ligeras y muy fáciles de cortar que se forman lentamente debido al goteo de agua saturada de carbonato de calcio sobre restos vegetales y sedimentos de roca.

Asimismo, cabe destacar la presencia de formaciones de estalactitas y estalagmitas dentro de las cuevas, distintas manifestaciones de la capacidad creadora del agua subterránea a lo largo de los siglos.

 

Hábitats


Capilera (Adiantum capillus-veneris) © Iñaki Relanzón

 

La naturaleza se prodiga en Sant Miquel del Fai, con una gran biodiversidad: en un territorio de solo 70 hectáreas se encuentran 38 hábitats.

Los sistemas de riscal y rupícolas -los que viven en las rocas- son característicos de Sant Miquel del Fai, con una flora adaptada a vivir en pequeñas grietas, como la cañaheja (Ferula communis subespecie catalaunica) y la escoba de pedriza (Centaurea intybacea), dos especies vegetales.

Bracera de roca (Centaurea intybacea) © Susanna Ginesta

 

 

 

 

 

 

 

 

También son destacables los goteros y los juncales calcícolas -propios de los saltos de agua- y los ecosistemas de ribera en el valle del río Tenes, que contienen una diversidad de musgos y de flora higrófila que no se encuentra en ningún otro lugar de la cuenca del Besòs.

Los ecosistemas cavernícolas también son propios de Sant Miquel del Fai. Sus peculiares condiciones -carencia de luz, temperatura constante y alta humedad- originan una fauna singular, caracterizada por invertebrados (insectos, arácnidos, etc.) y por murciélagos.

 

Treparriscos © Shutterstock

 

 

Actualmente, dentro del ámbito de este espacio nidifica el águila perdicera (Aquila fasciata), un ave rapaz protegida. También se han identificado otras especies de pájaros de interés como el mirlo de agua o el treparriscos.

 

Los incendios forestales han condicionado el desarrollo de los sistemas naturales que se encuentran en los Cingles de Bertí. Aunque la zona ha sufrido diversos incendios a lo largo de su historia, destaca el gran incendio forestal del 4 de julio de 1994, que quemó una extensión de 1.415 ha y afectó el 88 % de su superficie. Fue tanta su intensidad, que el 81% de la zona afectada ardió completamente.

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