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Sant Miquel del Fai. Espacio Natural de Cingles de Bertí

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Patrimonio de Sant Miquel del Fai


En Sant Miquel del Fai se han localizado bienes muebles de mucha singularidad que han sido estudiados por especialistas en patrimonio medieval, del Renacimiento y del Barroco. Los objetos de valor histórico-artístico representan diferentes épocas de la historia del monasterio. Algunos de los elementos arquitectónicos han sido catalogados como bienes culturales de interés nacional (BCIN). 

© Iñaki Relanzón

Casa Prioral. Autor: Iñaki Relanzón

© Iñaki Relanzón

Declarado Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat. En el año 997, los condes Borrell y Ermessenda donaron al noble Gombau de Besora la iglesia-casa de Sant Miquel, dentro del término del castillo de Montbui, para construir un monasterio. Esta iglesia fue donada en el 1006, conjuntamente con una porción de terreno y la cueva, en alodio, para edificar la casa del monasterio. Gombau unió el monasterio de Sant Miquel al monasterio de Sant Víctor de Marsella en el año 1042. El priorato se secularizó en 1567 y se unió al cargo arcedianal menor de la sede de Girona. En 1832 pasó a ser propiedad de los dueños de la masía Torras de Sant Quirze de Safaja, quienes eran sus arrendatarios, y se abolió el priorato.

Ficha de Patrimonio Cultural

Orsa dels segles dotze-tretze. Autor: Joan Pujol-Creus

© Joan Pujol-Creus

 

Se trata de un recipiente cerámico empleado como lipsanoteca, es decir, como relicario. Esta es una pieza singular, ya que se han encontrado pocas en la Península; está decorada con motivos vegetales y con inscripciones cúficas que la relacionan con otras producciones almohades. Fue localizada en 1991 en la base del altar mayor de la iglesia y contenía un fragmento de tibia actualmente en paradero desconocido.

El esmalte blanco que la decora es lechoso, uniforme y fino; sobre el esmalte se aplicó la decoración dorada de reflejo metálico. La pieza se encuentra en buen estado de conservación, aunque el dorado se haya perdido casi totalmente. La decoración, de tipo epigráfico y con motivos vegetales intercalados, está ubicada en el cuerpo y fue realizada a molde.

Según los estudios arqueológicos, podemos relacionar esta pieza con la producción de piezas de loza dorada y decoración relieve que se realizaba desde el siglo XII en Almería. Lo demuestran singularidades como el reflejo dorado de tonalidad rojiza desde la que sobresale el relieve o las formas con cuerpos globulares, cuellos cilíndricos y pies anulares, como es nuestro caso. Además, en Almería, la decoración con bandas o registros horizontales es una de las más habituales, con temáticas como la geométrica, la fitomórfica o la epigráfica. Estos vínculos podrían justificar que el ejemplar de San Miguel del Fai fuese una importación de Almería.

Es evidente que el recipiente fue reutilizado como lipsanoteca en fecha indeterminada. Esto implica considerar la posibilidad de una consagración nueva del altar mayor del templo a principios del siglo XIII, de la que no se tiene ningún tipo de constancia documental, en la que se pudo utilizar este recipiente almohade por su lujosa apariencia y por considerarlo digno de contener santos despojos. 

Ya en la segunda mitad del siglo XVI, cuando parece que se realizó una importante reforma en la iglesia —así parecen indicarlo las bóvedas del presbiterio, el estilo de la clave de bóveda central, el arco triunfal y los pilares—, se debió de desmontar el altar tardorrománico y, tal vez, se localizó la lipsanoteca que, en señal de respeto y veneración, se colocó en la base del nuevo altar construido en ese momento.

En cualquier caso, todo esto no deja de ser más que una hipótesis que será difícil corroborar.
Más información en el estudio del doctor en Historia del Arte Alberto Velasco Gonzàlez, en este enlace (en catalán).

Capbreu de Sant Miquel del Fai. Autor: Joan Pujol-Creus

© Joan Pujol-Creus

En diciembre de 2018, la Diputación de Barcelona adquirió (ver noticia en catalán) el capbreu (inicialmente llamado cartulario) del monasterio benedictino de Sant Miquel del Fai, un documento del siglo XIV y de gran importancia histórica. Consultalo y mira el vídeo de su restauración.

La lápida, situada en la iglesia de Sant Miquel. © Xarxa de Parcs Naturals
 

Este relieve esculpido en piedra, de 62 cm x 75 cm, es una lápida adosada al muro de la iglesia de Sant Miquel del Fai. Pertenece a Andreu Arbizu, último monje benedictino del monasterio. 

Representa a dos ángeles desnudos, con alas y aureola en la cabeza que, con unas cuerdas, sostienen una corona triunfal de laurel o guirnalda de follaje trenzado, en la que se encuentra una heráldica. Se trata de dos lobos con ocho aspas del escudo de los Arbizu. La policromía de la lápida no es la original. A nivel formal, se trata de un trabajo escultórico propio de los momentos iniciales de la época del Renacimiento en Cataluña. 

Según la epigrafía, se trata de una lápida sepulcral:

IC IACET FRATER ANDREAS DE ARBIÇU M / ONECUS VIVS DOM(us) ROGO VOS ORETIS PR / O EO. 
Traducción: «Aquí descansa fray Andrés de Arbizu, monje de esta casa, les pido que recen por este motivo». 

Gracias al capbreu de 1588, podemos saber que Andrés de Arbizu era un personaje de familia noble y acomodada que vivió como ermitaño en un monasterio que había acogido a monjes benedictinos, pues en aquella época ya no había comunidad regular. Es decir, Arbizu podría haber sido uno de los últimos monjes de San Miguel del Fai. 

El capbreu también informa de que, en 1522, Arbizu fundó el beneficio de san Miguel en la catedral de Barcelona, con la aprobación del archidiácono Lluís Desplà. Más tarde, no sabemos cuándo, el mismo capbreu afirma que fundó un aniversario perpetuo por su alma y por la de todos los fieles difuntos, cuya ceremonia debía acabar con los curas dando la absolución «supra tumulum dicti fratris Andree de Arbissu constructum in dicta ecclesia». 

Por todo ello, se considera que la construcción de la tumba es del primer cuarto del siglo XVI, concretamente, en una fecha en torno a 1525-1535. 

Làpida del segle onze-dotze. Autor: Joan Pujol-Creus

© Joan Pujol-Creus

Esta lápida, realizada en mármol blanco, es uno de los grandes enigmas de Sant Miquel del Fai. A pesar de los distintos estudios, no hay certeza absoluta sobre quién es el personaje que merece los siguientes versos. 

+ Hic Wielme iaces,81 Paris alter et alter Achilles;
non impar spetie, non probitate minor.
Te, tua nobilitas, probitas tua, gloria, forma
invidiosa tuos sustulit ante dies.
Ergo decet tumulo pia solvere vota sepulto,
o iuvenes quorum gloria lausque fui.

Traducción: «Aquí yaces, oh Guillermo, otro París y otro Aquiles, no inferior en belleza ni menor en valentía. A ti, tu nobleza, tu valentía, la gloria, la hermosura envidiable exaltaron antes de tu tiempo. Pues es justo ofrecer los píos votos (sobre) el túmulo (donde estoy) enterrado, oh jóvenes, de los que fui gloria y alabanza».

Aunque inmediatamente después del descubrimiento de la lápida y su publicación por parte de Jaume Ripoll, en 1830, siempre se ha creído que la lápida era de Guillem Berenguer, hermano de padre del conde Ramon Berenguer I, un estudio posterior pone en duda esta teoría.

Según el estudio, de Stefano M. Cingolani, resulta evidente que, dado que el monasterio está a estrechamente vinculado a Gombau de Besora y a su familia, el Guillermo al que hace referencia debe surgir de este parentesco. 

Un primer candidato (y el más firme) a ser el personaje recordado en la lápida es Guillermo II de Santmartí, hijastro de Guilla de Besora (hija de Gombau de Besora, fundador de San Miguel del Fai) y Mir Geribert de Mir.

Hay un posible segundo candidato, no exento de dudas; al contrario, que presenta aún más: se trata de Guillem de Cardona, hijo del vizconde Bernat Amat y de Almodis.

Para conocer todas estas tramas medievales, puede leer el estudio completo sobre Sant Miquel del Fai y, en concreto, sobre la lápida dedicada a Guillem, en este enlace (en catalán)

Sostre enteixinat de la Casa Prioral. Autor: Iñaki Relanzón

© Iñaki Relanzón

Es de datación indeterminada, ya que entre los siglos XIV y XIX se construyeron forjados similares a este. 

El estudio histórico determina que el techo podría ser contemporáneo a la construcción de la sala del siglo XVI. Está formado por una estructura de cruces de vigas y molduras de madera en cuadrícula decorada con policromías, dorados y motivos ornamentales.

La decoración de los espacios que quedan entre las latas y las vigas de madera parece claramente posterior a la creación del techo en sí. Era corriente que se repintaran estos espacios dependiendo del gusto de la época. 

Este tipo de techos se decoraban en período gótico con policromías, dorados y motivos ornamentales que más adelante, en el Renacimiento, se decoraron de forma más enriquecida y compleja aprovechando el entramado de las vigas para inscribir rombos, ochavados, enjutas molduradas y entrecortadas que podían decorarse con varias capas de yeso bol y hojas de plata y de corladura. 

En este caso, remiten patrones clasicistas que fueron utilizados desde el último barroco hasta el siglo XIX, por lo que son difíciles de datar con precisión. Sin embargo, los colores empleados nos remiten a una época contemporánea que podría datar de la época en que el monasterio pasó a manos privadas a partir de 1830. 

Relieve de Sant Miquel a la clave de bóevda de la iglesia © Joan Francès Estoch / Arxiu SPAL

Esculpido en piedra, muestra al arcángel San Miguel, considerado defensor de la Iglesia y príncipe de los ejércitos celestiales, vestido como un guerrero con alas, con espada y escudo, combatiendo contra un ser demoníaco con cuernos en la cabeza y una cola con escamas.

Esta iconografía se basa en un fragmento del libro del Apocalipsis (12, 7-9): 

«Después hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. El dragón y sus ángeles pelearon, pero no pudieron vencer, y ya no hubo lugar para ellos en el cielo. Así pues, el gran dragón fue expulsado, aquella serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, y que engaña a todo el mundo. Él y sus ángeles fueron lanzados a la tierra».

Este relieve tiene la misma composición escénica y características formales que la clave de bóveda del presbiterio de la iglesia de Sant Miquel del Fai. Una clave de bóveda que debe datarse en la primera mitad del siglo XVI, en consonancia con otros elementos arquitectónicos góticos presentes en el templo, habituales en aquella época. 

El actual relieve podría ser un relieve tardo-gótico que inspiraría la clave de bóveda, un relieve de época barroca realizado a imagen de la clave de bóveda o una obra contemporánea producto de alguna restauración. Sin más información documental, es difícil descartar cualquier opción.

© Iñaki Relanzón

Entre 1500 y 1550
Escultura arquitectónica en piedra

Entre los elementos arquitectónicos de la iglesia de Sant Miquel del Fai se encuentran diferentes fragmentos de columnas. Uno de ellos es una sección de columna con estrías helicoidales, que en lenguaje de la época en que fue realizada se conocía como columna «entorchada», aunque realmente sería más correcto llamarla «torsada» o torsa. 

Las columnas helicoidales o torsas siempre han llamado la atención al público por el recurso decorativo torneado en hélice; en concreto, se parte de un octógono que gira a la vez que asciende y acaba formando un helicoide. 

El recurso de la columna torsa se usa en diferentes épocas históricas desde la antigüedad, pero tiene mucho éxito en la última fase del estilo gótico, sobre todo en la segunda mitad del siglo XV e inicios del XVI, a partir de la influencia de las columnas que Guillem Sagrera realizó para la Lonja de Mallorca (1426-1447). Aunque este tipo de columna la encontraremos durante todo el siglo XVI y también en primera mitad del XVII, hibridada con los elementos clásicos.
 

Còpia de la creu de Sant Miquel del Fai. Autor: Iñaki Relanzón

Copia de la cruz original. © Iñaki Relanzón

La cruz de Sant Miquel del Fai, depositada en el Museo Diocesano de Barcelona, es una cruz muy apreciada por los historiadores del arte por tratarse de una pieza poco común. Consta de un alma de madera, revestida con una capa de plata repujada y cincelada, pero parece que antiguamente era completamente dorada. Es del tipo de cruz latina, con el pie más alargado y los brazos, con medallones circulares, ensanchados en su parte final. En la cara frontal se encuentra la imagen de Cristo crucificado sobre el medallón central y en actitud hierática. En el medallón del brazo alto hay un ángel, con un cristal encima. Entre el ángel y Cristo está la siguiente inscripción en columna: «IHS.NAZARE-SUN-REX-IVD-EOR-VM». En los medallones laterales aparecen las imágenes de la Virgen y San Juan, en posición horizontal. En el medallón inferior se puede ver la imagen de Abraham. La figura central del reverso es el Agnus Dei, y las figuras de los extremos son el águila de San Juan, el toro de San Lucas, el león de San Marcos y el ángel de San Mateo. Cada símbolo tiene el nombre latino con caracteres epigráficos. 

Ficha de Patrimonio Cultural

Copia de la Virgen original. © Iñaki Relanzón
 

Situada en el Museo Maricel de Sitges, es una Virgen gótica de alabastro esculpido con el Niño Jesús. La Virgen está sentada sobre un sitial con el Niño Jesús en su regazo. Esta lleva una corona dorada de remates florales, una túnica de cuello redondo ceñida bajo el pecho mediante un cinturón y un largo manto con ribete dorado que le cae a ambos lados de la cara, dejando entrever buena parte de los rizos de la melena. Sobre el pecho se ve un broche de tipo floral para sujetar el manto. Tiene el rostro ovalado, de facciones dulces y serenas, con los ojos almendrados, la boca pequeña y el mentón apuntado.

Ficha de Patrimonio Cultural

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