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Conservación de la biodiversidad


Paisaje del Garraf, con pinos y palmitos. Autor: Iñaki Relanzón

El Parque de El Garraf, situado entre las comarcas del Baix Llobregat, el Alt Penedès y el Garraf, es un espacio natural protegido de un gran valor ecológico, geológico y paisajístico. Con una superficie de 12.376 hectáreas se extiende, en forma de relevo relativamente suave, sobre el macizo del Garraf levantado entre el valle del río Llobregat al este, la depresión del Penedès en el norte y el oeste y el Mediterráneo en el sur.

La conservación de la biodiversidad es uno de los pilares fundamentales de la gestión del Parque de El Garraf. Este espacio natural acoge una gran diversidad de especies de flora y fauna, algunas de ellas únicas a la península Ibérica, adaptadas a las condiciones específicas del medio, caracterizado por una elevada diversidad paisajística y ambiental heredada de los diferentes procesos naturales (kársticos, de erosión, incendios, sucesión ecológica, entre otros), pero también debida a cambios introducidos por el hombre, como el abandono de los cultivos, la explotación de los recursos naturales o la construcción de infraestructuras. Esta heterogeneidad del paisaje, junto con el clima mediterráneo, son los rasgos definidores del que se denomina “paisaje mediterráneo” en general, y “paisaje kárstico mediterráneo litoral” en el caso particular del macizo del Garraf.

La singularidad de este espacio rae en la combinación de su flora mediterránea y sus formaciones vegetales adaptadas a las condiciones extremas del macizo calcáreo. El paisaje, caracterizado por suelos pobres y escasa agua superficial, favorece la presencia de comunidades como las maquias y los chaparrales, donde crecen especies adaptadas a la sequía como el palmito (Chamaerops humilis), la coscoja (Quercus coccifera) y el pino carrasco (Pinus halepensis). Los ambientes de acantilados, vertientes rocosas con pendiente fuerte y mediano, rocallas y tarteres son hábitats que constituyen una de las formaciones de paisaje más significativas del Parque donde encontramos una buena parte de las plantas consideradas especies de interés por la conservación.

A nivel faunístico, el Parque es un refugio para especies amenazadas como el águila perdicera (Aquila fasciata), el alcaudón real (Lanius meridionalis), la collalba negra (Oenanthe leucura), la tortuga mediterránea (Testudo hermani) o la víbora hocicuda (Vipera latastei). Los esfuerzos de conservación se centran en la protección de los hábitats de estas especies, así como en la restauración de áreas degradadas por actividades humanas pasadas, como la explotación de canteras o el Depósito Controlado del Valle de Joan.


Clima


La costa del Garraf desde el Parque. Autor: Iñaki Relanzón

El Parque del Garraf presenta un clima típicamente mediterráneo (del tipo litoral sur), caracterizado por inviernos fríos y veranos calurosos y secos. La proximidad en el mar Mediterráneo ejerce una influencia moderadora sobre las temperaturas, pero también contribuye a una elevada humedad relativa, especialmente durante el otoño y el invierno. La precipitación anual mediana es de unos 600 mm, con fuertes irregularidades estacionales. Las lluvias se concentran principalmente en la primavera y el otoño, mientras que el verano es una época de sequía pronunciada.

Estos patrones climáticos condicionan la distribución y la abundancia de las especies vegetales y animales del Parque. Las especies mediterráneas se han adaptado a estos ciclos climáticos, desarrollando estrategias como la reducción de la superficie foliar o el endurecimiento de los tejidos para evitar la deshidratación durante los meses más secos. Aun así, los incrementos de temperatura que favorece el cambio climático pueden comportar cambios en los procesos de hibernación y migratorios de aves y una fácil y peligrosa adaptabilidad de algunas especies exóticas provenientes de climas más cálidos. Los aumentos de las lluvias torrenciales favorecen una erosión superior del suelo, con la pérdida de fertilidad consecuente. Por otro lado, los grandes episodios de lluvia, viento y frío pueden provocar, si se presentan en las épocas reproductoras, la pérdida de anidadas de pájaros (águila perdicera y otras especies), como también el fracaso en la cría de algunos mamíferos, lepidópteros o otros invertebrados.


Geología


El arco de Bruguers. Autor: Iñaki Relanzón

La geología del Parque de El Garraf es uno de sus rasgos más distintivos. Allí encontramos varios materiales de diferentes épocas geológicas que se pueden agrupar por su color. En el sector oriental del Parque encontramos el que se conoce como "Garraf negro", formado por pizarras del Paleozoico, y el "Garraf rojo", con conglomerados y greses del Triásico. La mayor parte del territorio está formada una cobertura jurassico-cretácica con dolomías y calcáreas, el famoso paisaje kárstico, el mes abundante y característico del Parque ("Garraf blanco"). La gran cantidad de rocas calcáreas al Macizo del Garraf ha favorecido un intenso proceso de carstificació, que ha dado lugar a su paisaje tan característico. Este fenómeno ha creado formaciones únicas como dolinas, pòlies, simas, valles kársticos, galerías subterráneas, cuevas y surgències subterráneas de agua.

Las máximas alturas se presentan al sector oriental con el pico de la Morella (594 m) —la cota más alta del macizo—, y hacia el oeste la altura de la mayoría de relevos se va reduciendo. Una densa red hidrográfica incide en el macizo del Garraf, formada por valles y barrancos secos que localmente se denominan “fondos” o “sots”. El curso más importante es el de la riera de Begues, que divide el macizo en dos sectores diferenciados: en el norte el Ordal y en el sur lo Garraf en sentido estricto. Ninguno de los cursos de esta red lleva agua de manera permanente.


Hidrología


Cocona. Autora:Tania Jiménez Palomar

La hidrología del Parque de El Garraf está íntimamente ligada a su geología kárstica. El agua de lluvia se infiltra rápidamente a través de las fisuras de las rocas calcáreas, formando una red compleja de acuíferos subterráneos. Esta característica explica la ausencia casi total de cursos de agua superficiales permanentes al Parque, con la excepción de algunos torrentes temporales que solo transportan agua después de lluvias intensas.

La elevada permeabilidad del suelo y el subsuelo (con funcionamiento kárstico) facilita la rápida infiltración y la circulación subterránea, y forman ríos subterráneos muy importantes. El más conocido es la Falconera, con un recorrido total de unos 600 m, una profundidad de -81 m debajo del nivel del mar, y un caudal mediano anual de unos 500 l/s que se puede reducir considerablemente durante el verano. En el interior del Parque hay tres cursos principales formados por escorrentía superficial: la riera de Vallcarca o Vilafranca o Canyelles (el nombre cambia según el tramo), la riera de Begues, que confluye con el anterior, y la riera de Jafre, situada hacia el suroeste.

Atendida la carencia total de cursos de agua permanente, las diferentes formas de contención (embalses, balsas, abrevaderos, coconas...) son vitales para la supervivencia de especies ligadas a los ambientes acuáticos, como por ejemplo los anfibios, numerosos invertebrados y flora de agua dulce así como algunas aves.


Flora y vegetación


Molinete (Silene neglecta)

Las condiciones climáticas mediterráneas del Parque de El Garraf, el incremento de los incendios forestales y la acción continuada del hombre han ido configurando una vegetación muy singular. Especies como la coscoja, el lentisco, el palmito y el carrizo son muy abundantes. Por otro lado, son muy frecuentes los pinares y las brotas arboladas de pino carrasco, y en las cabeceras norte de algunos valles y zonas más sombrías se desarrollan modestos encinares compactos y de poco tamaño.

El macizo del Garraf y su entorno es un espacio que contiene elementos de flora vascular singulares, con algunas especies que presentan un alto interés para la conservación como son la hepática Exormotheca pustulosa, la Silene neglecta, la sucovia (Succowia balearica), el candil (Arisarum simorrhinum), el limonio de espiga densa (Limonium girardianum) o el jaguarzo blanco (Cistus halimifolium), entre otros. Por su rareza, distribución muy localizada o vulnerabilidad, estas especies son objeto de seguimiento específico por parte del parque, con el objetivo de conocer el estado de las poblaciones y detectar posibles cambios que puedan comprometer la conservación. Por otro lado, también se encuentran especies vegetales invasoras, favorecidas en muchos casos por actividades humanas como los vertidos incontrolados de restos de jardinería.


Fauna


Una tortuga mediterránea. Autor: Edgar Madrenys

Las especies de animales que viven en el Garraf están adaptadas a las condiciones ambientales que están características: alta insolación, escasez de agua y marcados contrastes térmicos estacionales. La fauna es muy rica en aves, reptiles y artrópodos (sobre todo insectos). Entre los pájaros hay que destacar especies como el roquero solitario (Monticola solitarius), el roquero rojo (Monticola saxatilis), el cada vez más escaso la collalba negra (Oenanthe leucura), la collalba rubia (Oenanthe hispanica) y la cogujada montesina (Galerida theklae). Algunas especies de aves rapaces también están presentes: el águila perdicera (Aquila fasciata), el halcón peregrino (Falco peregrinus), el azor (Astur gentilis), el busardo ratonero (Buteo buteo), el duque (Bubo bubo), etc.

El Parque del Garraf acoge una fauna herpetológica diversa, especialmente adaptada a su clima mediterráneo. En cuanto a los reptiles, destacan varias especies de carácter termófilo, como la culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis), la víbora hocicuda (Vipera latastei) y el lagarto ocelado (Timon lepidus). También hay que destacar la presencia de la tortuga mediterránea (Testudo hermanni), una especie que prácticamente había desaparecido del macizo pero que, gracias a acciones de conservación, está en proceso de recuperación.

En cuanto a los anfibios, a pesar de las condiciones generalmente secas del macizo, las balsas y pequeños puntos de agua tienen un papel fundamental para su supervivencia. podemos encontrar especies como la salamandra (Salamandra salamandra), el sapo corredor (Epidalea calamita), la rana verde (Pelophylax perezi) y la ranita meridional (Hyla meridionalis), todas ellas dependientes de estos ambientes húmedos temporales o permanentes para completar su ciclo vital.

El medio subterráneo del Garraf —formado por simas, grietas y cuevas— acoge una fauna altamente especializada, adaptada a las condiciones extremas de estos ambientes. Entre los vertebrados, hay que destacar la presencia de especies como el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii) y el murciélago ratonero patudo (Myotis capaccinii), con colonias de cría notrables en el contexto catalán. También habitan numerosos invertebrados singulares de distribución restringida como lo pseudoescorpión Troglobisium racovitzai, una especie cavernícola endémica y amenazada de la península Ibérica.


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