Cueva de Sant Miquel
La cueva de Sant Miquel, también conocida como «cueva oscura» o «cueva del dragón», se descubrió en 1836 y está constituida por una única galería en dirección NE-SO y paralela al riscal. Presenta un desnivel prácticamente nulo y un recorrido total de unos 50-60 m de longitud. Se trata de una cueva formada a partir de toba calcárea, que es producto de la precipitación del carbonato de calcio en agua a temperatura ambiente y que a menudo contiene microorganismos. Muchas veces se ha utilizado erróneamente y como sinónimo del término travertino, que hace referencia a carbonatos que se precipitan en aguas hidrotermales, calientes y normalmente sin microorganismos.
Dentro de los depósitos de tobas calcáreas presentes en el valle del Tenes se han desarrollado dos tipologías de cuevas: las cuevas formadas dentro de los cuerpos tobáceos y las cuevas formadas en grutas. Las primeras son consecuencia del crecimiento irregular de las tobas y de su gran porosidad, que hace posible que se formen cavidades dentro de ellas. Como las tobas son rocas fáciles de cortar, estas cavidades han sido habitualmente ensanchadas por la actividad humana y, en ellas, se han excavado galerías y salas con el fin de generar espacios para usos diversos.
Un segundo modelo de cuevas se forma como resultado del crecimiento de una cortina de tobas justo delante de una gruta. La cueva de Sant Miquel sería un buen ejemplo de ello. En esta cueva, la toba ha acabado cubriendo toda la gruta. Se trata de crecimientos de tobas que tienen un desarrollo vertical en el sentido de la gravedad y que forman paredes que acaban aislando las grutas del exterior y dejan una cavidad detrás. Una vez que la gruta queda aislada del exterior, se desarrolla en ella un ambiente cárstico con formación de estalagmitas y estalactitas que cubren la parte interna de las paredes.
La cueva no tiene potencial arqueológico, ya que ha sido completamente modificada con estructuras modernas e infraestructuras para que pueda visitarse, pero tiene un gran interés didáctico por los procesos geológicos actuales de formación de tobas calcáreas.
Uno de los grupos zoológicos más interesantes que están presentes en Sant Miquel del Fai son los murciélagos. Entre las especies que viven ahí destacan las más vulnerables, básicamente cavernícolas, como el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii), hallado en la cueva de Sant Miquel, los tres murciélagos de herradura (el grande, Rhinolophus ferrumequinum; el mediterráneo, R. euryale, y el pequeño, R. hipposideros) o algunas especies de murciélagos ratoneros, como el grande (Myotis myotis), el patudo (M. capaccinii), el ribereño (M. daubentonii) o el orejirroto (M. emarginatus). Estos murciélagos cavernícolas estrictos nos aportan información sobre posibles colonias residentes en otras cavidades y grutas del espacio natural de Sant Miquel del Fai. La identificación del murciélago de herradura mediterráneo (Rhinolophus euryale) es especialmente importante, ya que se conocen pocos refugios potenciales para esta especie, que actualmente es una de las más amenazadas.
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