Paisaje
La intensa luz del sol mediterráneo se enriquece con los matices rojizos y grises de la roca calcárea que conforma el paisaje geológico del Foix y del Garraf. Destacan las escarpadas peñas agrietadas con grutas y cuevas, algunas con un pasado histórico importante. Un tapiz vegetal irregular y lleno de ventanas en las que luce la espléndida geología, y cubre llanos y colinas de pinos blancos y encinas. A las orillas de los ríos y del pantano el bosque de ribera deja tramos para las cañas, fruto de la actividad agraria del hombre.
Esta actividad agraria, aún viva en la actualidad, ha apedazado las llanuras con campos de viña y ha modelado las montañas con pequeñas fajas, algunas activas, otras cubiertas de bosque, pero todas con sus laboriosos muros de piedra seca, la misma piedra clara que ilumina el paisaje y ha servido para construir los edificios que caracterizan los núcleos habitados.
Las construcciones humanas han acabado de dar el toque de elegancia a este entorno. No sólo los castillos de Castellet y Penyafort ennoblecen el paisaje, sino también la presa, que, construida durante los años 20 del siglo pasado, es una muestra de ingeniería civil elegante, integrada en el paisaje y enriquecedora, no sólo de éste, sino también de la fauna y la vegetación. Es también imprescindible visitar las iglesias de Penyafel y Sant Pere de Castellet, y contemplar la relajante panorámica de la masía de Cal Bladet, con sus paredes blanqueadas reflejándose sobre las aguas del pantano.
Quizá aquí no encontremos, como en otros lugares, "todos los colores del verde", pero el verde con el que se tapiza el Parque del Foix es el complemento idóneo para la gama de grises claros que la roca cárstica desliza por sus ventanas.