Historia/Ocupación humana
El aprovechamiento de los recursos naturales en las montañas suele ser posterior al de las llanuras, mucho más favorables para el establecimiento de las comunidades humanas. Aun así, la población en el Montseny data de tiempos prehistóricos, como lo testimonian los hallazgos de hachas y cuchillos de piedra en Aiguafreda, el Brull, Montseny y Sant Marçal, los megalitos de la sierra del Arca y los Pinares, o la piedra estrellada del llano de la Calma.
En el periodo ibérico empiezan a habitarse de manera estable las colinas, y los habitantes se adentran hacia la montaña. Así lo evidencia el castillo de la colina de Montgrós en el Brull y los asentamientos fortificados de Montclús a Sant Esteve de Palautordera y de casa Flaquer en Samalús.
Del periodo romano datan construcciones como la Villa romana de Can Tarrés y otras en las llanuras vecinas, a continuación de la Vía Augusta y la Vía Ausa.
No es hasta la Edad Media cuando se generalizan los establecimientos interiores de manera dispersa y la explotación de los recursos naturales se intensifica. Este proceso alcanza su punto álgido en el siglo XIX, y a partir de ahí se inicia un lento despoblamiento. De esta época data la iglesia con pinturas prerrománicas de Sant Pere Desplà (Arbúcies) y el Castillo de Montsoriu, muestra de la arquitectura militar de la época.
Actualmente, la regresión de las actividades agrícolas, forestales y ganaderas ha propiciado un cambio en las economías familiares. Otras actividades, fundamentalmente de servicios, como el turismo rural, la restauración y la hostelería, complementan las rentas y conviven con la extensa cultura agropecuaria de la zona.