Relieve
El macizo del Garraf se presenta, en conjunto, como un bloque individualizado. En detalle es extraordinariamente más complejo y no es nada fácil adivinar todos los mecanismos locales. Una primera mirada al mapa geológico es suficiente para comprender que el bloque del Garraf es un mosaico tectónico lleno de fracturas y dislocaciones, cosa que dificulta el seguimiento de la estratigrafía, sobre todo teniendo en cuenta el carácter compacto de las calcáreas.
La morfología del Garraf está en relación con las tres grandes unidades estratigráficas: el zócalo paleozoico, la cobertura triásica y la cobertura jurasicocretácea. Las dos primeras permanecen localizadas en el sector oriental del macizo.
La estructura general del Garraf, con el relativo alzamiento del sector oriental y el encajamiento del Llobregat (ayudado sin duda por los factores tectónicos), ha sido bien esquematizado en el perfil geológico. El zócalo paleozoico queda al descubierto en la franja entre el curso del Llobregat y el macizo del Garraf. Se puede pensar que la denudación de los materiales triásicos ha ido dejando al descubierto la penillanura pretriásica. Esta penillanura, de la que podemos adivinar algún resto, ha sido disecada por los torrentes que conducen al Llobregat configurando las formas de las colinas y torrentes actuales.
La dureza de los conglomerados, asperones y calcáreas de la base de la cobertura triásica han determinado la formación de un relieve escarpado, repetido dos o tres veces, según el lugar. Diferentes fallas transversales han roto la continuidad y regularidad de estas costas, ya sea atenuándolas en el paisaje ya sea destacándolas. El nivel detrítico rojizo del Buntsandstein es el que constituye el risco más destacado entre Gavà y Begues. Sobre los asperones se suele encontrar un rellano, determinado por las arcillas y margas de los finales del Buntsandstein, sobre el que hay otro risco, constituido por las calcáreas del Muschelkalk inferior. Después del rellano originado por los materiales blandos del Muschelkalk medio hay un nuevo relieve abrupto correspondiente a las calcáreas y dolomías duras del Muschelkalk superior. Como ya se ha indicado, este esquema se encuentra a menudo modificado por fallas que atenúan el gradiente estratigráfico normal, o, como sucede en algún lugar, duplican la costa en un mismo nivel estratigráfico.
La cobertura jurasicocretácea constituye también algunas costas y se ha visto afectada por una primera fase tectónica de doblamiento y una segunda fase de fracturas y dislocaciones, casi siempre independientes de los pliegues; éstos han quedado como detalles menores ante la tectónica de fallas posteriores, que determina los rasgos del relieve actual. Llopis Lladó es quien ha estudiado esta estructura y ha descrito diferentes superficies de erosión, muy visibles sobre los materiales jurasico-cretáceos. Llopis habla, por ejemplo, de una superficie de erosión en el sector meridional de Morella, en la llanura de Basses en el monte de Olla. Estos relieves sepresentan suavemente inclinados hacia el Sur, dando la sensación de una superficie perfecta entre los 460 y los 350 metros, donde quedan bruscamente cortados por una vertiente abrupta que conduce hacia barrancos o fondos profundos y encajados.
El relieve cárstico
El relieve más destacado del paisaje del Garraf es el modelado cárstico. El relieve cárstico es el propio de las regiones calcáreas, en las que la acción erosiva del agua se ejerce principalmente mediante fenómenos de corrosión superficial y subterránea de las calcáreas, originando unas formas de relieve específicas y unos determinados fenómenos de circulación hídrica. Por extensión, también se llama cárstico todo relieve caracterizado por procesos de corrosión de las rocas yesosas (grosor) y salinas.
La carstificación
La carstificación es el conjunto de procesos que originan un relieve cárstico. La carstificación varía según el clima del lugar, la abundancia de agua y de dióxido de carbono y las características físicas y químicas de las rocas.
El fenómeno principal en la carstificación es la disolución de las rocas calcáreas, pero en condiciones normales el carbonato de calcio (CaCO3) es muy poco soluble en el agua. Es necesario que el agua (H2O) tenga una cierta acidez para que el proceso de disolución de las calcáreas se llegue a producir. Esta acidez se consigue cuando el dióxido de carbono o anhídrido carbónico (CO2), procedente de la atmósfera o de la fermentación de la materia orgánica, se mezcla o disuelve en agua dando lugar al ácido carbónico (H2CO3):
CO2 + H2O H2CO3
(1)
Pero este ácido siempre está disociado en estado iónico, de manera que la reacción se puede expresar más exactamente como:
CO2 + H2O H+ + HCO3
(2)
Al mismo tiempo, la calcita también puede disociarse en un estado iónico de la siguiente manera:
CaCO3 HCO3
(3)
Pero el ión CO3= producido reacciona rápidamente con el ión H+ formado cuando el CO2 se disuelve en agua (2), de manera que la disociación de la calcita tambén puede producir un ión bicarbonatado:
CO3= + H+ HCO3-
(4)
De estas reacciones se deduce que la disolución de la calcárea se produce alrededor dels sistema químico CaCo3 – CO2 – H2O. Este sistema es extremadamente complicado y sus mecanismos son mucho más complejos de lo que demostraría un análisis inicial. Hay que tener presente que ahora no tratamos de una reacción simple que produce la solución de la calcita, sino de un proceso que incluye toda una serie de reacciones reversibles y mutuamente interdependientes, que actúan a diferentes niveles, cada uno rehuido por fuerzas diversas de equilibrio; el resultado de todo este proceso es la corrosión de la calcárea o la formación de una roca nueva por precipitación de los carbonatos.
Aquí sólo hemos indicado los rasgos más generales del proceso. De una manera sintética podemos resumirlo en la fórmula general siguiente:
CaCO3 + H2O + CO2 Ca++ + 2HCO3-
El ión bicarbonatado (HCO3-) se deriva de dos reacciones diferentes, tal como se ha indicado en (2) i (4).
En la ecuación (4) la reacción del ión carbonatado (procedente de la disolución de CaCO3) y del ión hidrógeno (procedente de la disolución de CO2 en el agua) produce un desequilibrio entre la presión parcial de CO2 del aire en contacto con el agua y la del agua. Este desequilibrio ocasiona una entrada de CO2 procedente del aire en el agua, y esto permite una ulterior disolución de la calcárea.
Todas las reacciones mencionadas se producen en los dos sentidos, en función de las condiciones ambientales (especialmente del contenido de CO2 y de la temperatura). Una aportación de gas carbónico se traduce en la formación de bicarbonato, bien soluble en el agua; habrá corrosión. En cambio, una salida de gas carbónico conducirá a una reacción inversa, es decir, una descomposición del bicarbonato con la separación del gas carbónico y la deposición del carbonato de calcio: habrá precipitación. Ambos fenómenos, corrosión y precipitación, pueden alternarse muy rápidamente en el tiempo y en el espacio, en función de las modificaciones del medio, muchas veces aparentemente poco importantes (contenido de CO2, temperatura, presión).
El agua superficial en contacto con el aire, que siempre contiene una cantidad más o menos elevada de CO2, disuelve cierta cantidad de CO2, de manera que la presión parcial del gas disuelto es proporcional al de la atmósfera superior. Cuando el agua se infiltra y penetra por los niveles edáficos, ricos en materia orgánica, se enriquece en CO2. Cuanto más anhídrido carbónico contenga el agua más corrosión ocasionará a lo largo de su recorrido por las grietas superficiales de la roca. Por este motivo, en climas cálidos y húmedos en los que la aportación de materia orgánica es abundante y la descomposición es rápida (es decir, que la liberación de CO2 es máxima en el suelo) la acción corrosiva del agua es muy intensa.
El agua de la lluvia infiltrada en el suelo se satura de bicarbonatos de calcio en contacto con la calcárea; después de un recorrido más o menos largo por las grietas subterráneas puede ir a parar a lugares en los que la presión parcial de CO2 del agua sea inferior a la del aire con el que ha entrado en contacto. Entonces los bicarbonatos, poco solubles, se precipitan. En función de los cambios de equilibrio en la presión parcial del CO2 disuelto en el agua y del aire en contacto con el agua, una misma H2O puede producir corrosión y precipitaciones alternantes diversas veces.
El contenido del CO2 no es el único factor determinante del tipo y la velocidad de los procesos que originan las formas cársticas. La temperatura también tiene un papel destacado, a veces contraponiéndose a la acción derivada del contenido de CO2. El agua fría puede disolver más cantidad de CO2 que el agua templada, y como el CO2 es el agente determinante de la disolución calcárea, cuanto más elevado sea el contenido en el agua, mayor el poder disolvente o corrosivo; por tanto, el agua fría puede disolver más cantidad de caliza que el agua templada. A pesar de todo, el proceso y el resultado no son tan simples ya que, por ejemplo, esta acción diferencial de corrosión a causa de la diferente temperatura se suaviza por el hecho de que, al mismo tiempo, el agua templada tiene más poder de disolución del bicarbonato de calcio.
Cuando un agua fría se calienta, pierde capacidad de disolución de CO2 y se puede llegar a sobresaturar. Tal es el caso del agua infiltrada que se calienta atravesando niveles profundos con temperaturas superiores a las del exterior, que produce una precipitación abundante de calcita. En el caso de enfriamiento el mecanismo sería completamente el inverso, o sea, de corrosión.
No todas las rocas calcáreas se corroen del mismo modo. Las rocas más carstificables son las calcáreas puras, es decir, las que contienen más del 95% de carbonato de calcio. La solubilidad disminuye a medida que las rocas se van empobreciendo de carbonato de calcio.
Lo más común es encontrar calcáreas poco puras, que, una vez disueltas, dejan un residuo de elementos insolubles que suelen quedarse entre las grietas y los agujeros de disolución. Este material residual está constituido esencialmente por arcillas ricas en óxidos de hierro. Son las llamadas arcillas de descalcificación, a menudo conocidas también por terra rossa, nombre italiano que significa tierra roja.
La disolución progresa más rápidamente en las rocas ricas en carbonatos de calcio que en las ricas en carbonatos de magnesio (dolomías). Como podemos comprobar en la región de les Agulles, el aspecto de un relieve ruinoso es muy característico donde dominan las dolomías. Las dolomías suelen tener un grano gordo, a veces como bolitas; a causa de la alteración presentan un aspecto rugoso. Las dolomías puestas al sol brillan, ya que los cristales de dolomía reflejan la luz.
Hasta ahora sólo se ha hablado de la acción química en la formación del relieve cárstico. Pero a pesar de que esta acción es esencial, no es la única. Tenemos que pensar que también intervienen acciones físicas. La fuerza del agua, por ejemplo, produce una erosión mecánica importante, mayor si se tiene en cuenta que arrastra elementos indisolubles como las arcillas y las arenas.
Las formas del modelado cárstico
La formación de un modelado cárstico depende de las características físicas y químicas de las rocas y de las condiciones bioclimáticas del lugar, sobre todo de la abundancia del manto vegetal, de las precipitaciones o la aportación de agua y del régimen térmico.
El aparato cárstico está constituido por el conjunto de roquedal calcáreo, las fisuras, la porosidad, el agua y losfenómenos de disolución y erosión ligados a la circulación hídrica. Pero a menudo encontramos formas cársticas donde faltan algunas de estas circunstancias, como ocurre en algunos valles secos en los que no hay circulación de agua. Se habla entonces de un carsto muerto.
En función de la circulación hídrica podemos diferenciar tres zonas en el sistema cárstico: zona de absorción o superficial, zona interna de circulación y zona de emisión.
Formas superficiales
El paisaje cárstico normalmente es conocido por sus formas superficiales. Los subterráneos son difíciles de observar, a no ser que se esté preparado y se disponga de los medios técnicos y materiales necesarios. Sólo algunas cuevas o simas puestas al descubierto por obras públicas (carreteras) o, naturalmente, por la erosión, o las cuevas preparadas para las visitas turísticas (como las de Artá, el Drac y los Hams de Mallorca), pueden ser vistas sin ninguna dificultad.
Pero las formas superficiales del modelado cárstico son demasiado específicas para identificarlas con facilidad y adivinar la existencia de un relieve cárstico. Más o menos desarrolladas, la mayoría de las formas que explicaremos están presentes en el Garraf.
El lenar
El que pasea por primera vez por el Garraf seguro que se sorprenderá al ver que las rocas a menudo tienen unas superficies llenas de surcos, canales y agudas estrías. Se trata de una forma menor, pero seguramente la más característica del relieve cárstico, conocida con el nombre de lapiaz o lenar. Masas densas de surcos y canaladuras constituyen los campos de lenar, que puede ser simplemente un conjunto de canalitos de pocos centímetros -a veces milímetros- de profundidad, alargados para seguir la inclinación de la superficie de la roca, o bien zócalos de unos cuantos metros de profundidad.
Les características morfológicas del lenar dependen de la composición química y de la estructura de la roca y del volumen del agua. El lenar no es igual sobre calcárea que sobre dolomía.
En las calcáreas abunda el lenar de diaclasa o de llano de estratificación cuando las capas son verticales.
En las dolomías los lenares son más bien acanalados y alveolados, o bien adquieren formas más complejas debido a la disolución diferencial del carbonato de calcio y de magnesio. La corrosión progresa más rápidamente en las zonas más ricas en carbonato de calcio y deja destacado el sector en el que domina el carbonato de magnesio. De aquí viene el aspecto ruiniforme de los campos de lenares de las dolomías.
La dolina
Una dolina es una depresión cerrada en forma de embudo, circular u oval, de dimensiones variables (puede alcanzar más de un centenar de metros de profundidad), típica de las áreas cársticas y producida por efecto de la disolución superficial de las rocas carbonatadas o por el colapso de una una cavidad subterránea.
En el primer caso, las dolinas se suelen formar en el cruce dediaclasas y roturas por las que se deslizan fácilmente las aguas superficiales disolviéndose más las rocas próximas. La emigración de los carbonatos conduce a la pérdida de volumen, que a menudo determina el hundimiento, a veces lento, a veces parcialmente repentino, de la zona afectada, formando una depresión, más o menos en forma de embudo. Al fondo de lasdolinas hay simas o chimeneas de absorción del agua que cada vez recogen más cantidad. Al fondo de la dolina se acumula una gran cantidad de arcillas de descalcificación, que en ocasiones llegan a obstruir total o parcialmente los puntos de absorción del agua.
Hay lugares en los que las dolinas, abundantes y próximas, forman campos. Con el tiempo pueden unirse y constituir dolinas compuestas, conocidas por el nombre de uvalas. Una uvala es una depresión de forma ovalada originada por la coalescencia de una serie de dolines unidas por un proceso de evolución progresiva.
En el Garraf, las dolinas tienen un desarrollo escaso, pero hay varias, la mayoría situadas entre Campgràs y la Morella. Las dolinas son normalmente fáciles de reconocer en el terreno, gracias al hecho de que han estado a menudo aprovechadas para el cultivo, ya que al fondo se ha acumulado cierta cantidad de material de descalcificación de las rocas de la dolina y de las de sus vertientes circundantes; las aguas de la lluvia, pues, han arrastrado la tierra hasta la dolina. Otras dolinas son simples embudos, en cuyo fondo hay una sima; son dolinas pequeñas y sin material de descalcificación; son más difíciles de encontrar y, a veces, muy peligrosas, como en el caso de la sima dolina de la Fragata (Campgràs), donde el embudo de la dolina, de paredes muy inclinadas, es seguido por un pozo ancho y casi vertical de 28 m de profundidad.
Donde hay más dolinas es en Campgràs; una bastante grande ha sido cultivada hasta no hace mucho. También las encontramos entre Rascler y Morella, en el llano de Basses, donde hay dos muy grandes (la Bassa y l'Arbre), en el llano de Querol, y una bastante grande en el monte de Martell. Al Norte de Begues, en el llano de Ardenya, hay algunas pequeñas.
El poljé
El poljé es una depresión cerrada en un relieve cárstico, con bordes abruptos, de fondo llano, recubierto de tierra de descalcificación y de dimensiones grandes (de algunos hectómetros o diversos quilómetros cuadrados). Han sido originados por el derrumbamiento de los arcos de las cavernas, por la unión de dolinas y uvales, o bien por el hundimiento tectónico o procedente de una cuenca fluvial pequeña. El drenaje de la depresión se hace de manera subterránea, a través de unas simas llamadas ponor; si se modifica o impide el drenaje, el poljé se convierte en una ciénaga o un lago.
El valle de Begues se considera un poljé por la superposición de la erosión cárstica y de la estructura tectónica.
Los valles secos y ciegos
En los valles de relieve cárstico no suele haber agua corriente superficial. La formación de estos valles debe buscarse en tiempos pasados, en unos momentos en los que, ya fuera por la abundancia de agua, ya por una absorción insuficiente, el agua corriente moduló un valle profundo en relación con un nivel de base. Ahora sólo funciona en los momentos de lluvia, ya que una carstificación progresiva del valle ha hecho que las aguas sean engullidas desde la cabecera.
Se habla de valle ciego cuando se reconoce al valle por un curso de agua superficial, permanente o temporal, que desaparece en un engullidor a pie de un contrafuerte o en una depresión cerrada.
Llamamos valle seco a un valle antiguo, excavado en un relieve cárstico por un curso de agua superficial que actualmente no suele presentar circulación.
Formas subterráneas
Si bien las formas superficiales estudiadas son muy específicas del relieve cárstico, debemos saber que las más espectaculares son las que se encuentran bajo tierra (subterráneas). Ya se ha indicado que la visita a las cavidades subterráneas exige normalmente una preparación técnica y un material especializado, sin los cuales no es nada aconsejable introducirse en ellas, con la excepción de las cuevas preparadas para las visitas turísticas.
El conjunto de conocimientos científicos y técnicos de este mundo subterráneo está estudiado por la espeleología, ciencia que cada día tiene más adeptos. Ya son muy numerosos los espeleólogos que, atraídos por la aventura y la investigación, se adentran periódicamente en la oscuridad del mundo subterráneo para averiguar los misterios de este mundo silencioso.
A grandes rasgos, las cavidades se dividen en pozos, galerías y salas.
Los pozos
Los pozos son conductos cársticos penetrables por el hombre, con desarrollo vertical o subvertical, de carácter descendente y que presentan más profundidad que anchura.
Una sima es un pozo que se abre a la superficie. Las simas pueden tener orígenes diferentes. La mayoría son cavidades cársticas formadas por erosión directa a causa de un curso de agua, o bien por erosión inversa o ascendente aprovechando fisuras, grietas o diaclasas. Otras veces son cavidades formadas por el hundimiento de la vuelta de una caverna o del fondo de una dolina; en este caso, en el fondo del pozo hay gran cantidad de derribos, resultado del amontonamiento de los fragmentos caídos del techo.
Las galerías
Las galerías son conductos cársticos penetrables en los que predomina el desarrollo horizontal o subhorizontal. Cuando se abren al exterior se suelen llamar cuevas. Hay diferentes tipos de galerías y se suelen clasificar en función del régimen hídrico en el que se han formado, ya sea en condiciones de inundación total o caudal libre. La presión y la velocidad del agua y las características de la roca determinan la construcción de formas diferentes.
Cuando una galería presenta una pendiente fuerte recibe el nombre de rampa. Se le llama nébeda cuando la galería se estrecha y sólo se puede pasar estirado.
Las salas
La sala es una cavidad subterránea de dimensiones relativas, más importantes que las de los conductos que van a parar a ella. Generalmente se forma en la intersección de dos o más galerías, o de una galería y un pozo a la base de un pozo. Los cambios litológicos pueden favorecer el desarrollo de salas.
El relleno de las cavidades subterráneas
Dejando aparte las formas interiores de erosión, los factores que las determinan y los procesos que las producen, nos fijaremos ahora en el relleno de las cavidades, a partir del proceso de precipitación del bicarbonato de calcio. Se trata de las formas de reconstrucción que más llaman la atención por su espectacularidad.
Las estalactitas son las concreciones que cuelgan del techo de las cuevas. A menudo, justo debajo de una estalactita se forma otra concreción llamada estalagmita. La estalactita y la estalagmita se corresponden a veces, uniéndose hasta formar una columna. La estalagmita suele ser más plana.
Cuando las concreciones colgadas son más anchas, onduladas y de poco grosor, se les llama banderas.
Las coladas son revestimientos de concreciones que se extienden como un manto sobre las superficies, produciendo fuertes pendientes.
A menudo, todas las paredes de una cueva o de una sima quedan cubiertas por una capa de calcita precipitada. A veces se trata de una capa lisa al tacto, pero otras veces adopta formas diversas, más o menos arrugadas o rasposas.
La entrada y la salida del agua
En un relieve cárstico muy diaclasado, el agua de la lluvia se infiltra rápidamente por las rocas y la circulación superficial es escasa o casi nula, con la excepción del momento inmediato posterior a unos chaparrones intensos, en los que el agua no puede tragarse enseguida; entonces se forma una circulación superficial, que desaparece al cabo de poco rato.
Es muy conocido el fenómeno de la desaparición de una corriente de agua, cuando el líquido pasa de un relieve impermeable a uno cárstico. El agua penetra por un conducto amplio llamado engullidor.
Una surgencia es la salida de las aguas de un sistema cárstico. Se habla de resurgencia cuando el origen del agua es un río superficial, o unos cuantos, que han penetrado por el engullidor. Tal es el caso de Güells d'et Joeu, surgencia del agua de la cabecera del Essera que se adentra en el engullidor o agujero de Aigualluts. Se le llama exsurgencia cuando el agua proviene de la infiltración difusa, como en el caso de las fuentes del Llobregat.
En los macizos y montañas cársticas junto al mar la circulación hidráulica conduce directamente al mar y desemboca a veces por debajo del nivel actual del mar y/o en puntos situados mar adentro, a cierta distancia de la línea actual de costa, certificando que se instaló en épocas en las que el nivel del mar se situaba en cotas inferiores a la actual. Este es el caso del río de la Falconera, que es subterráneo y submarino.
La evolución del carsto en Garraf
El carsto de Garraf es policíclico, es decir, se ha ido formando a lo largo de ciclos diferentes. J. Montoriol ha establecido tres ciclos de carstificación durante el plioceno y el cuaternario. El primer ciclo tuvo lugar en una época inmediatamente postpontiana; el segundo, a finales del plioceno y comienzos del pleistoceno, y el tercero, en pleno cuaternario.
Del primer ciclo encontramos numerosas simas residuales que actualmente se encuentran colgadas y decapitadas por la erosión superficial (simas del llano de Basses y de les Agulles).
Del segundo ciclo son las simas situadas en lo profundo, pero colgadas sobre la vaguada actual, a veces con fuertes desniveles. La mayoría de las simas más profundas son de este ciclo; algunas se han rejuvenecidas y actualmente son simas activas, es decir, que la carstificación ha tenido lugar durante el segundo y tercer ciclo, como en el caso de las simas de la Ferla y l'Esquerrà.
Del tercer ciclo datan las simas situadas en el fondo de las dolinas bien conservadas (llano de Campgràs), en las grietas de los campos actuales de lenares o en el fondo de la vaguada actual de los torrentes y rieras. Estas simas aún no han alcanzado el máximo desarrollo y son activas.
El relieve en los asperones y conglomerados triásicos
Los conglomerados y asperones del Buntsandstein tienen un comportamiento muy diferente de las calcáreas, ya que se trata de rocas detríticas silícicas, en las que dominan partículas químicamente resistentes (cuarzos). La alteración afecta antes a la matriz y el cemento mediante procesos diversos. Los granitos se deshacen fácilmente una vez alterados el cemento y la matriz. A veces el simple tacto de la mano es suficiente para hacerlos caer.
El resultado de este proceso es la disgregación de la roca y la creación de unas formas redondeadas muy típicas de las montañas de asperones y conglomerados. Los agujeros, las cuevas y las grutas son frecuentes. En el lenguaje científico las cavidades pequeñas se conocen como alvéolos, y si son grandes se llaman talfoni o tafoni.
La disgregación de la roca es desigual, en relación sobre todo con las características del cemento y el grado de humedad. Una mancha de cemento o de matriz poco sólida se ataca más fácilmente y su alteración provoca un agujerito que, como retiene más humedad, facilita una meteorización más intensa, aún tendiendo a agrandarse cada vez más. Pequeños agujeros milimétricos se convierten en alvéolos centimétricos o decimétricos, pudiendo llegar a cavidades de unos cuantos metros, o tafoni. Es muy frecuente observar que la alteración se inicia en las diaclasas, en los llanos de estratificación o bien donde hay cambios litológicos.
Cerca de la ermita de Bruguers, hay algunas grutas y agujeros grandes (tafonis) y numerosos alveolos. Un tafoni ha llegado a atravesar una roca, de lo que ha resultado un puente natural.
A menudo se ha dicho que estas formas tienen un origen eólico, es decir, que son producidas por la acción del viento, a causa de redondeamiento de las cavidades. De hecho, el viento sólo tiene un papel secundario. El proceso inicial es más bien químico (alteración del cemento silicio) y a veces físico (cambios térmicos de la roca, gelivación). Estos procesos disgregan los granitos, y el viento y a veces también el agua o la gravedad limpian las paredes de las rocas arrastrando y removiendo los granitos sueltos hasta hacerlos caer fuera de la cavidad.