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Parc del Garraf

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Paisaje


Las montañas del Garraf pertenecen a la parte meridional de la Cordillera de Marina o Litoral. El paisaje que podemos contemplar es totalmente original, diferente y único en todo el Principado. Los relieves son bajos y de picos redondeados, los valles profundos y de escarpados vertientes, y las paredes rocosas y de color gris-azulado. El cubrimiento vegetal no es total, se observan maquias, encinas, pinares, maleza, carrascas, prados y, en muchos lugares, roca desnuda. Soplan vientos de migjorn y de levante. El ambiente es bochornoso y las temperaturas altas en verano. Aun así da una imagen y un aspecto salvaje, árido y duro en la zona, que contrasta con la refrescante vista que disfrutamos en las colinas y entresurcos más litorales. Para acabar de perfilar el paisaje hemos de hacer tres consideraciones importantes: la localización geográfica, las grandes masas calcáreas de más de 500 m de potencia que afloran por toda la superficie del macizo y la actividad humana.

 

La situación costera determina un clima típicamente mediterráneo, con lluvias escasas pero torrenciales de primavera y otoño, suaves y templados inviernos, y calurosos y secos veranos. Esta última característica tiene gran importancia, pues delimita el número de especies animales capaces de asentarse. Las plantas, para resistir estas condiciones, desarrollan una serie de adaptaciones encaminadas a la supervivencia y a la mejora de la efectividad en la competencia con otros vegetales. El carácter torrencial de las lluvias provoca una erosión mecánica extraordinariamente potente que arrastra todo tipo de materiales; si añadimos la erosión química, que disuelve la roca calcárea, el efecto es impresionante: valles y rieras profundas y escarpadas, de un tortuoso y bello trazado a los que la gente del país se refiere como fondos.


El sustrato calcáreo, del que se compone casi la totalidad del macizo, es propicio para la formación de procesos de tipo cárstico. Hoy estos procesos están parados por la falta de humedad ambiental, pero simas, cuevas, dolinas, lenares, etc. resultan como manifestaciones cársticas actuales formadas en un tiempo pretérito.


La presión humana se ha notado y tiene mucho que ver con lainterpretación del paisaje. El hombre, como ser vivo, evolucionado y capaz de aprovechar cualquier tipo de hábitat, manifiesta su presencia en el Garraf por las actividades tradicionales, ya sea la ganadería, ya la agricultura. Así, tala y corta extensas zonas de bosques, maquias y pinares para llevar a cabo sus ocupaciones agropecuarias y construir las instalaciones adecuadas. La baja calidad del suelo ha determinado que tanto la ganadería como la agricultura no sean prácticas rentables, por lo que se han abandonado casi totalmente. Esto ha propiciado una vegetación fácilmente incendiable: estepas, gramíneas y pinos que se desarrollan en yermos y zonas de pasto. Y ya sabemos que un pinar que no se corta y no se limpia es una vegetación en permanente peligro de incendio.

 

El incendio más importante que ha habido últimamente es el de 1994. Estudios realizados posteriormente nos muestran las graves consecuencias derivadas de éste y otros incendios forestales. Así, por ejemplo, el encinar mediterráneo está en fase de regresión, aunque en el pasado ocupaba una superficie más importante de la que ocupa ahora. De hecho, hoy en día sólo lo encontramos en algunos puntos aislados de las montañas más septentrionales de Olesa y en la zona de Bruguers (sobretodo en lugares húmedos y con suelos profundos), donde puede aparecer hasta el encinar con roble cerrioide o con boj. También se encuentra bastante degradada la maquia de madroño con fragmentos de encinar, con un estrato arbóreo muy despejado y un casi total dominio del madroño.

 

Otras comunidades vegetales que podemos encontrar en el Garraf son el robledal con el boj (casi inexistente), la garriga (favorecida por los incendios debido a la enorme capacidad de rebrote de la carrasca frente a otras especies), los pinares de pino blanco (que ocupan gran parte de la superficie arbolada del parque, junto con el encinar, y que sólo están poco desarrollados en los entornos de la Plana Novella) y la maquia litoral (muy degradada, habitualmente mezclada con otras especies más propias de las brozas y las garrigas, y que han invadido muchas de las zonas de terrazas cercanas al litoral). Donde se conserva mejor es entre la plana Novella y Sitges, y alrededor de Can Grau, donde destaca lasabina como especie claramente perjudicada a causa de su nula capacidad de germinar después del fuego.


No hemos de olvidar las nuevas actividades e infraestructuras que se desarrollan en el macizo y el nuevo uso que se le da: así lo evidencian la urbanización del terreno, el turismo residencial, las canteras, los vertederos de basuras, los radares, las antenas y las líneas eléctricas, desafiando el paso del tiempo. Se trata, pues, de zonas desprovistas de vegetación.

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Mapa del parque

Mapa del Garraf