El paisaje de las cumbres
La altitud (por encima de los 700-800 m) origina en este sector un matiz importante en el clima mediterráneo que domina todo el territorio: la reducción de las temperaturas y el aumento de las precipitaciones. Las temperaturas medias se sitúan alrededor de los 11ºC y las precipitaciones anuales por encima de los 800 mm. Los días secos de verano quedan reducidos al mes de julio y hay gran cantidad de días nublados y frecuentes nieblas. Las temperaturas mínimas en invierno, especialmente de diciembre a febrero, ocasionan heladas con regularidad.
La litología está constituida por conglomerados con pequeñas intercalaciones de asperones que originan relieves de tipo montserratino, con diaclasa colocada de manera que da formas gruesas pero de gran atractivo estético. La permeabilidad es importante, lo que contribuye a un escurrimiento del agua superficial muy acusado y rápido.
Los duelos pueden evolucionar poco en relación a la roca y las pendientes que pueden superar con frecuencia el 50% y llegar a paredes del 100%, no solamente en los castillos de roca, sino también en los canales.
La vegetación potencial de este sector corresponde al encinar montañoso (Querceto mediterraneo montanum) con predominio de la encina (Quercus ilex) y plantas mesófilas no acidófilas como el madroño (Arbutus unedo). Entre las encinas se ha introducido algún roble pubescense (Quercus humilis) y algún pino albar o silvestre (Pinus sylvestris).
La acción antrópica de este sector está vinculada a la presencia del monasterio de Sant Llorenç (explotación agrícola), especialmente de la viña en el siglo XIX y del bosque (carbón), que habría favorecido la encina respecto al roble. Actualmente, abundan las plántulas de roble.
Entre estas características generales se pueden distinguir una serie de facias, unas de carácter natural y otras que representan distintos momentos de la evolución del paisaje. Destacaremos las que consideramos más importantes:
1.1 Los canales
El territorio está dividido por una serie de canales o valles estrechos como los de Santa Agnès, del Llor, de la Font Freda, etc., con paredes que pueden llegar a los 150 m y casi verticales. Este tipo de relieve origina un topoclima muy húmedo y protegido, de forma que las temperaturas están atenuadas tanto en verano como en invierno y el viento también queda bastante reducido. Las pendientes acusadas permiten una fuerte erosión del suelo retenido, solo cuando la vegetación está bien desarrollada y el recubrimiento del suelo es elevado. La vegetación característica de estos sectores es el avellano (Corylus avellana) que se mezcla con boj (Buxus sempervirens) y anémona (Anemone nemorosa).
1.2 Las paredes
En relación con su estructura y su sistema de diacal, Sant Llorenç origina un conjunto de paredes de conglomerado que de lejos parecen peladas del todo. Si nos acercamos y buscamos con detalle, podremos comprobar que la vegetación rupícola y fisurícola es abundante. Estas plantas pequeñas como la arenaria (Arenaria conimbricensis) entre otras, aprovecha las pequeñas formaciones en los suelos de los restos y de las grietas así como del agua atmosférica y de las nieblas. Constituyen un elemento de contraste tanto por el color como por las formas de una elevada atracción estética.
1.3 Las crestas
Las divisorias de agua, en este paisaje culminante, presentan características de paisaje diferentes en relación a la falta de agua que se escurre rápidamente y con la importancia del viento que impide el desarrollo normal de los elementos bióticos. La vegetación queda reducida a prados culminantes que no tienen nada que ver con los prados alpinos y en los sectores más privilegiados aparecen formas caméfitas o pequeños arbustos mediterráneos típicos, como el romero (Rosmarinus officinalis), el tomillo (Timus vulgaris), la lavanda (Lavandula stoechas), etc.
1.4 Las altas vertientes orientadas al NO
Este sector constituye una unidad de paisaje definida por unas pendientes relativamente suaves que permiten la constitución de un suelo forestal bastante rico y un recubrimiento vegetal del 100%. El árbol dominante es el roble pubescente (Quercus humilis) que puede superar los 15 m. Estos robledales aprovechan el topoclima de las vertientes orientadas al NO, bastante frescas y húmedas con algunos rasgos continentales. En el sotobosque aparece como planta dominante el boj. Estos bosques son frescos y sombríos, aunque por la acción antrópica han quedado muy reducidos y, en cierta manera, empobrecidos.
1.5 Vertientes orientadas al N
Situadas al pie del Montcau, son las vertientes más frescas y húmedas de todo el macizo. La vegetación que las recubre está constituida por robledales de robles de hoja grande (Quercus petraea). En la actualidad, estos bosques han sido también alterados por la acción del hombre, que ha favorecido la introducción de otras especies de roble (pubescente y silvestre) así como algunos ejemplares de encina. De estos, no se encuentra prácticamente ninguna plántula, tendiendo en consecuencia a desaparecer.
En el paisaje, esta unidad se extiende por las vertientes surcadas de pequeños valles paralelos, de perfil longitudinal suave en relación con la homogeneidad del conglomerado de este sector. Los suelos forestales son de lo más desarrollados del macizo de Sant Llorenç, poco ricos en carbonatos y muy arcillosos.
1.6 Altas vertientes del NE
En las vertientes orientales al N y un poco al NE abiertas, hacia la cuenca del río Ripoll, predomina el bosque de pino silvestre (Pinus silvestris) mezclado con el pino negral (Pinus nigra) así como en los sectores más frescos aparece el roble pubescente y algún ejemplar de encina. El recubrimiento es alto y con frecuencia llega al 100%. Donde no es así, los efectos de la erosión hídrica sobre el suelo son muy marcados.