Desarrollo sostenible / Dimensión social
El desarrollo sostenible es aquel que tiene en cuenta las generaciones futuras y por lo tanto respeta el medio ambiente, pero también tiene respeta los aspectos sociales y culturales de la comunidad humana implicada. Por lo tanto podemos decir que el desarrollo sostenible tiene una dimensión ambiental, una dimensión social y una dimensión económica.
Las leyendas, los dichos, las adivinanzas, el vocabulario autóctono y las creencias pueden ser materias primas a partir de las cuales desarrollar productos y servicios. Pueden ser la base de libros, publicaciones o rutas temáticas, además de ser objeto de teatralizaciones. Estos productos se podrían destinar tanto a la población local como a los consumidores externos; de esta manera se fomentaría un turismo cultural y de calidad.
Cuando las artes del espectáculo puedan atraer turismo cultural, será una fuente de ingresos para la población local dedicada a los servicios. La visita a una actividad concreta, puede generar el interés por visitar otros espacios y aportar beneficios económicos para el conjunto del sector servicios. Este tipo de turismo será respetuoso con el entorno natural y cultural, ya que es el motivo de la visita.
Las fiestas y los encuentros, al igual que en el caso de las artes del espectáculo, pueden aportar un turismo cultural que activa todo el sector servicios del territorio. Las ferias potencian la comercialización de los productos locales, dando a conocer, en un ámbito más amplio, los productos del Montseny (por ejemplo, la producción de miel, la elaboración de quesos, las castañas, las setas y la producción de vino, entre otros). También se potencia el sector primario y secundario de la población local, porque se da cierta viabilidad económica en sus actividades. Son un espacio que permite promover los oficios y actividades tradicionales y que, por tanto, también contribuye a su viabilidad.
Por el hecho de tratarse de organizaciones muy locales que, en algunos casos gestionan recursos limitados, hay que pensar en dos tipos de beneficios económicos de las formas tradicionales de organización política, económica, jurídica y social: los derivados de utilizar un recurso determinado y los que se puedan obtener de las actividades que se lleven a cabo. Estos beneficios recaerán directamente sobre la población local. Un ejemplo son los mercados locales que promueven la producción y el comercio de proximidad, evitando el transporte y disminuyendo intermediarios, dejando todo el valor añadido en el territorio.
La memoria oral puede ser materia prima para desarrollar productos o servicios derivados de estos conocimientos. Podrían ser libros, rutas temáticas o teatralizaciones. En este caso los productos irían dirigidos a los consumidores externos, para que puedan conocer la memoria del territorio ya la población local para que la memoria no se pierda.
Dentro de los saberes relacionados con la alimentación, la cocina de temporada y de proximidad puede aportar un turismo gastronómico de calidad. Además activaría el sector servicios en torno a la restauración y el turismo de naturaleza o cultural. Los beneficios económicos recaerían en el sector de la restauración principalmente, pero también en el de productores agropecuarios, en los cazadores, los recolectores y en toda la red de servicios asociados al turismo.
El conocimiento del medio y el mantenimiento del paisaje constituyen el objeto fundamental del turismo de naturaleza. El uso responsable de los recursos naturales que se deriva de los conocimientos y las prácticas sobre el medio, acabará llevando un desarrollo económico sostenible en el tiempo para los productores locales. Además, la producción basada en los conocimientos tradicionales del medio, lleva asociada un nivel de calidad que hace aumentar el valor de los productos. La comercialización local de los productos, tanto frescos como elaborados, dará viabilidad económica a la actividad de la población que se dedica.
En el contexto tecnológico en el que nos encontramos, el arte de recuperar oficios tradicionales es lo que da valor a los productos artesanos. La comercialización de este tipo de producto puede aportar una fuente de ingresos a la población que se dedique. Si las materias primas son locales también se aporta viabilidad económica a la población que se dedica a la extracción / producción de las materias primas, haciendo que todo el valor añadido sea en beneficio de la población local.