Vegetación
En condiciones normales, la cordillera estaría dominada por un despejado bosque de encinar litoral típico, mezclado con robles en los valles más encajados y sombríos. En los torrentes de las vertientes vallesanas podríamos encontrar alisares, y avellanedos en las partes más sombrías. En la vertiente del Maresme el déficit de agua sería más importante y los árboles caducifolios, como los chopos o los alisos, serían más escasos. En las zonas más bajas las rieras se volverían ramblas mediterráneas con pimienta silvestre, pero en la actualidad son principalmente zarzales. La intensa actividad humana desde tiempos remotos, como el artigar, el cultivo y el carboneo, ha ido reduciendo de manera considerable la superficie forestal primigenia y, al mismo tiempo, ha alterado la composición de las especies. El bosque de ribera, por ejemplo, fue sustituido por plantaciones artificiales de árboles de crecimiento rápido hasta que éstas dejaron de ser rentables. El paisaje vegetal característico que hoy podemos observar en la Cordillera litoral está dominado por árboles como el pino carrasco y el piñonero, y los robles al fondo del valle. Pese a todo, en reductos y zonas particulares encontramos una importante diversidad que evidencia el interés botánico de la cordillera.
Una de las comunidades más raras (pero también más genuinas) de la cordillera es el robledal de roble pubescente y africano. Esta comunidad vegetal se caracteriza por la inclusión de ejemplares de arce negro en el estrato arbóreo, a base de robles pubescentes y cerrioides, y, en el estrato herbáceo, de plantas como la hierba de San Roberto, el ranúnculo y el mijo, que se encuentra en algunos lugares de las umbrías entre el puente de Montmeló y los alrededores de Sant Fost. En las vertientes más húmedas del Vallès, en el estrato arbóreo los robles pubescente y cerrioide se mezclan con la encina y aparecen arbustos como el espino albar y el endrino. El encinar litoral típico, con durillo y aladierno, crece en zonas reducidas de la cordillera que han sido poco alteradas. En la vertiente marítima aún se encuentran algunas arboledas de alcornoque con maleza de estepas que son reminiscencias de las extensas explotaciones de corcho existentes antiguamente. Justo en el punto en el que la degradación vegetal aún no es del todo irreversible, las pinedas se encuentran flanqueadas por encinas y arbustos como el brezo y el madroño. En un estadio más degradado dominan las estepas con brezos y la maleza con romero, bruguera y jaguarzo. Finalmente, los suelos más pobres los ocupan prados secos de tipo sabanoides con herbazales de cerrillo y lastones.
En los torrentes y rieras de la vertiente vallesana encontramos restos de comunidades de ribera como la candelilla, el alisar y la olmeda, con especies como la equisetácea, el cárex péndulo o el mijo. Junto a los cursos de agua, especialmente el del río Mogent, abundan el cañizo y la espadaña, así como diversos pies de sauce. En la vertiente del Maresme las rieras están ocupadas mayoritariamente por una comunidad mixta de encinas con zarzales y endrinos que, en las partes más bajas, se convierte en cañaverales. En algunas rieras poco alteradas, el cañaveral también está ocupado por la pimienta silvestre y el granado, con hierbas como la calamina menor y la sombrerera.
Pese a todo, el catálogo florístico de la zona es bastante rico, tal como lo demuestra el hecho de que se hayan contabilizado (sólo en el espacio de la Conreria-Sant Mateu-Céllecs) un total de 67 especies de algas, 453 de hongos, 140 de líquenes, 85 de briófitos (musgos y hepáticas), 17 de pteridófitos (helechos) y 1.083 de plantas superiores con flor.
En general, uno de los fenómenos que diversifica la flora es una cierta influencia del clima atlántico que fluye desde el Montseny hacia la costa. Por eso, pese a que son poco corrientes, encontramos acebos, evónimos o arces negros. En la cordillera hay 25 especies que presentan en este espacio su límite meridional de distribución por la Península Ibérica, unas 6 que tienen su límite septentrional y unas 32 especies consideradas muy raras en el conjunto de Cataluña y que presentan una reducida distribución en la cordillera. De éstas, 5 son endémicas.